XXX.

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—¿Papá? —pronuncié cuando abrí la puerta de mi apartamento, observando a mi padre parado frente a mí con una pequeña sonrisa.

—Hola, princesa —dijo y sonreí lanzándome a sus brazos para abrazarle fuertemente, llevaba sin verle demasiado tiempo, y eso que no solía verle a menudo.

—¿Qué haces aquí? 

—¿Es que acaso un viejo no puede pasar a ver a su hija? —respondió ofendido. Me callé las ganas de reclamar que podía haberlo hecho en alguno de estos meses atrás, hacía más de medio año que no nos veíamos, y no haberle podido ver siquiera en navidad aún me quemaba. Me eché hacia atrás para pudiera pasar dentro del piso—. Vaya, ni siquiera parece un piso de estudiantes, está demasiado ordenado.

—Tenemos a Holden, es un maniático de la limpieza. —Me encogí de hombros y fue cuando Socks apareció frente a nosotros, mirando desconfiado a mi padre, acercándose a sus zapatos para olerle. 

—¿Primero un conejo y ahora un perro? ¿Cómo se sienten tus compañeros de piso al respecto? —Iba a responderle cuando Holden apareció en el salón.

—El odio crece por momentos —dijo gracioso con una sonrisa mientras se acercaba y le dio la mano a mi padre. —Hacía tiempo que no le veíamos por aquí, ¿ha estado perdiendo peso? —No pude evitar notar aquellas palabras de Holden, observé como las manos de mi padre se encontraban más delgadas así como su rostro. 

—Es bueno volver a verte, Holden, Cara e Indie no son más fuertes que la limpieza.

—Son luchas difíciles, pero siempre consigo ganar. —Todos reímos y Holden miró a Socks que le gruñía dando pequeños saltos hacia él y retrocediendo, era un cachorro demasiado tierno pero no había hecho buenas migas con el rubio, y posiblemente sería por el odio que este le tenía. —Pórtate bien o te meteré en la jaula de Nesquik —amenazó. Antes de que Socks llegase, a veces dejábamos a Nesquik que estuviese por la casa, a pesar de que había roto algún que otro jarrón en sus salidas, pero desde que Socks había llegado, Nesquik se rehusaba a salir de su jaula, y la única vez que conseguimos sacarle, persiguió a Socks para morderle.

—¿Y dónde está Cara? —quiso saber mi padre.

—Ha salido —respondí, había ido a dar una vuelta con Riley. Cara no decía palabra sobre como estaba yendo su relación, y a pesar de que yo decidía darle espacio, Holden no paraba de querer indagar una vez y otra vez .

—Espero verla antes de irme.

—¿Te vas a ir hoy? —Fruncí el ceño mirándole y asintió. —¿Has venido para unas cuantas horas? —volví a preguntar y se encogió de hombros.

—Me apetecía pasar tiempo contigo, ¿hay algo de malo con eso? —Negué con la cabeza desconfiada. —¿Por qué no vamos a comer juntos? 

—Está bien, quédate mientras me preparo —respondí y caminé hasta mi habitación, para cambiarme de ropa mientras una pequeña sonrisa se encontraba en mi rostro. No podía estar mejor con mi padre allí.

—¿Harris? —Escuché mi nombre en un tono bajo y fruncí el ceño, pensando que había sido mi subconsciente. —¿Estás ahí? —Nuevamente escuché y caminé hasta el balcón observando como Miles se encontraba fumando en la ventana como siempre.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —quise saber y expulsó el humo de su boca antes de responderme. 

—Te he escuchado entrar en la habitación.

—Me siento acosada —respondí frunciendo el ceño mientras le observaba. 

—Dramática. —Sus ojos no estaban sobre mí, y realmente no veía el punto de haberme llamado cuando su actitud continuaba siendo igual de indiferente y seca. —Estás... guapa, ¿vas a salir? —habló cuando iba a volver dentro de la habitación y parpadeé cuando escuché aquel piropo salir de sus labios, sus ojos negros me miraron con curiosidad y tuve que esconder la sorpresa, no estaba acostumbrada a escucharle hablándome así, aunque sabía que tampoco iba a estarlo puesto que su actitud volvería a ser dura, como siempre ocurría. 

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora