XXXII.

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(Aclaración: el chico de la foto es el camarero con el que Indie se fue) 

Abrí los ojos confundida sintiendo como mi cabeza no dejaba de darme vueltas. Me giré en la cama que empezaba a creer que no era la mía y, cuando mi mano aterrizó sobre un pecho desnudo, mis ojos se abrieron completamente.  

—Mierda —mascullé cuando flashes de la noche anterior cayeron sobre mí como un balde de agua fría. Me levanté lentamente  de la cama y cogí toda mi ropa que estaba en el suelo de la habitación. Observé una vez más a aquel chico dormido profundamente, su piel era morena al igual que su pelo y realmente me sentí mal al no recordar el color de sus ojos. Me puse la ropa lo más silenciosamente que pude, llevando mi móvil y mis zapatillas en la mano mientras salía de la habitación.

—Buenos días, muñeca, ¿tan mal estuve anoche que te vas a hurtadillas? —Escuché una voz detrás de mí y maldije en silencio decidiendo si girarme o salir corriendo sin siquiera contestarle.

—Podría darte una respuesta sincera si recordase algo, pero no lo hago. Fue un error —dije girándome a verle recostado en la cama, sus ojos eran marrones. 

—Supe eso desde el momento en el que te abalanzaste a mí. —Fue su respuesta mientras se raspaba con la mano la barba.

—Yo no me abalancé a nadie. —Levanté una ceja y él sonrió de lado. 

—¿Quieres que revisemos las cámaras de seguridad del bar? —continuó y supe que lo estaba haciendo para molestarme, aunque lo peor era que lo estaba consiguiendo. 

—No tengo tiempo para esto. ¿Utilizamos protección? —Contuve aliento esperando su respuesta.

—¿Cómo de loco te crees que estoy para no hacerlo? —dijo obvio y suspiré. —Yo si me acuerdo, por cierto, y estuvo bien.  —Mi silencio fue la única respuesta que tuvo mientras me ponía las zapatillas. —Te he grabado mi número en tu teléfono, te acordarías de ello si no te hubieses bebido la mitad del alcohol del bar. Si vuelves a querer cometer un error, estoy a tan solo una llamada. 

—Lo tendré en cuenta. —Sonreí falsamente queriendo largarme lo antes posible. 

—Búscame por el nombre de Harry Wilson. —Me giré para salir de allí no volviendo a escucharle hablar. Caminé durante un largo tiempo hasta que llegué a casa, abrí la puerta de esta y observé como Holden estaba dormido en el sofá. Caminé de puntillas no queriendo hacer ruido cuando observé a Cara salir de la cocina.

—Mierda, Indie, por fin de dignas a aparecer, ¿en qué cojones estabas pensando, amiga? Tu madre ha estado a punto de llamar a la policía. —Fueron las primeras palabras que oí y bufé.

—Necesitaba estar sola —simplemente respondí y Holden se levantó del sofá para caminar hasta mí con el ceño fruncido. 

—No creo que tú sola te hicieses esto. —Tocó con su dedo una parte de mi cuello y cerré mis ojos maldiciendo, no necesité un espejo para saber que aquello debía ser un chupetón. 

—Da igual.

—¿Estuviste con Miles al final? Porque cuando fuimos a preguntarle sabía lo mismo de tu paradero que nosotros —Cara pronunció y mi silencio pareció confesarle todo—, mierda, eso no te lo ha hecho Miles, ¿verdad?

—¿Qué cojones, Indie? ¿Quién? ¿Ezra? Joder, dime que no ha sido Dexter, ese tío posiblemente colecciona enfermedades sexuales —Holden intentó averiguar.

—Harry.

—Espera, ¿quién? —Cara enarcó una ceja, creyendo haberme oído mal.

—Harry Wilson —continué y si la ceja de Cara pudiese levantarse más, habría llegado hasta el final de su frente. 

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora