El necrófago había viajado durante todo el día por los túneles y ahora dormía en un lavabo a pocos minutos de la salida que daba al National Mall, lugar en el que, entre otras cosas, se encontraba la gran ciudad de necrófagos: el Inframundo.
El goteo de una tubería del techo lo despertó. Tenía la cara empapada. Se incorporó en silencio y se puso su gabardina vieja color marrón encima de su armadura de combate. Se miró al espejo. Le faltaba el lado derecho de la cara y le quedaban pocos pelos, y al igual que todos los necrófagos no tenía apenas piel y la que le quedaba estaba muerta.
Salió del lavabo y se encaminó a la salida. Ya veía la luz entrar a través de la salida del metro que daba al National Mall. En ese momento escuchó pasos a su espalda y se detuvo en seco. Acto seguido escuchó una risita y se dio la vuelta. Tres hombres o "pielsuaves", como los necrófagos los llamaban, se encontraban en el pasillo. Uno de ellos le apuntaba.
─Mira lo que tenemos aquí ─dijo sin apartar su subfusil─. El famoso Hans Myers.
─Sonora Cruz se alegrará cuando se entere ─comentó otro.
Eran miembros de los Reguladores, una organización que se dedica a buscar y matar delincuentes, como si fueran una especie de justicieros o autoridad del Yermo, y Sonora Cruz era su líder. Además eran reconocibles por sus vestimentas. Todos los reguladores llevaban puesto un guardapolvos marrón.
─¿Qué? ¿Crees que puedes ir por el Yermo haciendo lo que haces sin que nadie se dé cuenta? ─dijo el que le apuntaba con tono amenazante─. A llegado tu hora.
Hans miró a un lado y a otro con un ligero movimiento de cabeza y volvió a mirar a los reguladores.
─Bueno, y a qué esperáis ─gruñó.
Los reguladores carcajearon.
─Me encanta cuando caen luchando ─dijo el que lo apuntaba, ansioso.
Hans se sacó del interior de su gabardina una escopeta de combate y disparó al que lo apuntaba y al regulador que había a su izquierda. El otro se escondió tras una esquina y efectuó varios disparos. Hans Myers aguardó sin moverse y en cuanto el regulador se asomó le voló la cabeza de un disparo certero.
Volvió a guardarse la escopeta bajo la gabardina y se acercó a uno de los cadáveres. Llevaba una nota en el bolsillo:
Aviso a todos los Reguladores en busca de recompensas en el Yermo Capital:
Se hace saber que se ofrece una recompensa de mil chapas, o compensación similar en equipación y/o gastos médicos, por este individuo por crímenes contra las buenas gentes del Yermo Capital y alrededores.
Nombre: Hans Myers
Raza: Necrófago
Sexo: Hombre
El sujeto está armado y es tremendamente peligroso.
NO se recomienda su captura: se pagará recompensa por prueba de fallecimiento (cabeza).
Acabemos con este canalla de una vez por todas.
Cuando salió del metro cruzó las ruinas del National Mall, que estaban plagadas de supermutantes, y se dirigió al Museo de Historia. Paseando por la puerta se encontraba Willow, la centinela del Inframundo, una necrófaga amable y que por eso justamente a Hans le repugnaba.
Una vez dentro, cruzó la primera sala en la que estaba la mesa redonda de recepción. Ya en la segunda podía ver la entrada del Inframundo al fondo: una gran puerta bajo una gran calavera que había esculpida en la pared.
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Fallout 3
Science FictionLa guerra... La guerra no cambia nunca. Desde los albores de la humanidad, cuando nuestros antepasados descubrieron que podían matar con rocas y huesos, se ha derramado sangre en nombre de Dios, de la justicia o simplemente de la rabia psicótica. E...