Capítulo 26 - Un encargo importante (Kate)

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Kate volvió a soñar con su infancia y con la muerte de sus padres, una vez más. Había vivido en el interior de la estación de Séneca toda su vida, cerca de Arefu. Dentro solo se podía acceder a una especie de oficina con dos salas que convirtieron en su hogar. Era imposible acceder a las vías de tren debido a los escombros. También advirtieron que en la segunda sala había una tapa de alcantarilla que siempre podrían usar como salida de emergencia.

Su padre salía a menudo por los alrededores para cazar y su madre la cuidaba y ejercía de profesora gracias a unos libros que su padre trajo en cierta ocasión. No pudieron vivir en el asentamiento de Arefu debido a que su líder, Evan King, puso como excusa que las cuatro viviendas que había en ese momento ya estaban ocupadas. Kate siempre pensó que en el puente había sitio de sobra para construir más casas y que él simplemente no quería tenerlos allí. Por esa razón nunca le cayó bien.

Un día, tras cumplir los doce años, salió junto a sus padres para cazar por primera vez. Había estado practicado con un arco que su padre le consiguió desde los ocho años en el interior de la estación. También con las pistolas láser de su padre cuando este descansaba. Pasaron por debajo del puente en el que se encontraba Arefu y siguieron la vera del río. De pronto, Kate pudo ver a un hombre pinza nadando a unos cincuenta metros de ellos. Cogió una flecha y la colocó en el arco, tensó y apuntó. La soltó tras varios segundos y la flecha fue directa a la cabeza de la criatura. Lo celebró con entusiasmo y sus padres la vitorearon. Cogieron al hombre pinza entre los tres y se lo llevaron de vuelta a la estación, pero antes de que pudieran entrar a su "casa", salió un necrófago con gafas por la puerta, ataviado con una camiseta blanca de manga corta manchada de sangre y unos pantalones marrones. Detrás tenía lo que debía de ser su guardaespaldas, otro necrófago más alto que llevaba puesta una armadura de combate. Era la primera vez que Kate veía a un necrófago y le causó más asco de lo que esperaba.

─¿Qué estáis haciendo aquí? ─le había preguntado su padre, tragando saliva.

─Estoy buscando un refugio para guardar mi secreto ─le había contestado el necrófago con voz divertida─. Este lugar es perfecto.

─Este es nuestro hogar ─le había replicado su madre.

─Eso tiene fácil arreglo.

El necrófago con gafas se hizo a un lado y su guardaespaldas acribilló a sus padres con un rifle de asalto. Se gastó el cargador justo antes de que pudiera dispararla, y fue entonces cuando el necrófago con gafas le dijo que no valía la pena, y ambos entraron y se adueñaron del que había sido su hogar durante toda su vida.

Permaneció allí dos días junto a los cadáveres de sus padres. Los necrófagos habían salido en una ocasión, solo para robarle el arco y mofarse de ella. Se juró a sí misma que se haría fuerte en el Yermo y que sobreviviría a todo lo que tuviera que enfrentarse, y que algún día volvería para vengar a sus padres. Salió de la estación después de coger las pistolas láser de su padre y se dirigió a Arefu, con la esperanza de que Evan King acogiera a una niña huérfana sin hogar, pero se equivocó, y tras insistir la amenazó y le habló de un asentamiento hacia el sur llamado Megatón. Se dirigió hacia él, teniendo que matar a varias ratas topo por el camino y pasando cerca de un yao-guai ocultándose con las rocas del terreno. Al llegar a Megatón la recibió un sheriff llamado Lucas Simms, que sintió lástima por ella y le ofreció un trabajo que ayudara a Megatón y a sus colonos a cambio de residir allí. Ella aceptó y tras demostrarle su puntería, Lucas Simms la colocó en lo alto de la puerta para ejercer de centinela.

Permaneció allí hasta cumplir los diecisiete años. Vivió bien, ya que Lucas Simms le daba de comer cada día y le permitía salir al Yermo de vez en cuando para curtirse. Había encontrado un refugio para ella cerca de un barrio llamado Grayditch. Se trataba de un pequeño edificio de oficinas en las que había unas escaleras que conducían a una puerta del piso medio. Era más grande que su hogar de la estación de Séneca, y guardaba allí todo lo que encontraba, desde armas hasta comida. Pero lo que más deseaba encontrar era un arco.

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