Byron despertó a Jericho nada más salir el sol y salieron de la casa en silencio para no despertar a Agatha. Albóndiga ya se encontraba fuera, moviendo el rabo, y ladró cuando vio a Byron, que le pidió calma. Los tres cruzaron un terreno rocoso por debajo de las ruinas de la carretera elevada hasta llegar a una carretera que iba hacia el norte, hacia Germantown.
Subieron por la carretera una loma y llegaron a las primeras casas derruidas de Germantown. Delante se encontraba la comisaría, de tres pisos, aunque el último no tenía techo. Se encontraba tras una verja con alambre de espino. Byron y Jericho sacaron sus rifles y entraron por el camino de la verja. No podían ver nada, ya que junto a ella había parapetos de sacos. Llegaron al recinto. La puerta de la comisaría se encontraba bloqueada debido a los escombros.
─Que mala pata ─soltó Jericho.
─Debe de haber una entrada ─dijo Byron, pensativo─. Tal vez en la parte de atrás.
Ambos comenzaron a rodear el edificio con Albóndiga tras ellos y antes de doblar la esquina llegaron a unas tiendas de campaña. Había esqueletos y cráneos humanos desperdigados por todo el suelo. Byron se asomó a una de las tiendas y vio varias bolsas de red llenas con cabezas, brazos, piernas, hígados, genitales... Hizo un esfuerzo por no vomitar. Jericho se asomó en las otras. En todas había lo mismo.
Cuando llegaron a la parte de atrás se encontraron con unas escaleras que subían hacia una puerta en el primer piso. Las subieron, abrieron la puerta con cautela y entraron dentro. Se encontraron en un pasillo oscuro, iluminado únicamente con la luz que entraba por los huecos del techo. A unos metros se veía otro pasillo que iba hacia la izquierda, y más adelante una puerta abierta en la pared de la derecha. No se veía muy bien que había más al fondo. Caminaron despacio y aseguraron el primer pasillo, que estaba bloqueado por una pila de escombros.
─Necesitamos conseguir más ─se oyó una voz grave proveniente de la puerta abierta.
─Ya, pero aún tenemos dos ─replicó otra voz más fuerte.
Byron y Jericho se agacharon y se pegaron a la puerta. Byron señaló con el dedo el interior, preguntándole a Jericho con la mirada si eran ellos. El asintió serio. Se asomó un poco, se volvió rápido y levantó dos dedos.
─La hembra está encerrada. Nos la llevaremos con nosotros ─decía uno de los supermutantes─. El macho pequeño está abajo. Él no va a venir con nosotros, ¿verdad?
De repente se echó a reír. Jericho le pedía calma a Byron, que le empezaba a sudar la frente. Albóndiga se mantenía tras ellos, inquieto.
─No ─contestó entre carcajadas el otro supermutante─. Ya casi tenemos a todas esas personitas de Big Town. ¿Qué hacemos?
─Busca más ─respondió el otro con voz seria, casi terrorífica─. En otro sitio.
Jericho sacó una granada de su mochila, y le explicó a Byron mediante gestos lo que iban a hacer.
─Sí, esos debiluchos están por todas partes. Los alcanzaremos y nos los llevaremos a casa.
─¡A casa! ─se enfureció uno de ellos─. Necesitamos más prisioneros antes de poder volver a casa. Pronto volveremos a por más.
Jericho lanzó una granada y cuando tocó el suelo explotó. Se escuchó un fuerte golpe en el suelo y un grito lleno de cólera. Byron se asomó y acribilló al supermutante que quedaba en pie antes de que este pudiera asir su rifle de caza. Eran tal y como los había descrito Jericho: grandes, verdes y horripilantes. A juzgar por el aspecto del otro supermutante se diría que la granada le cayó en el pie, ya que le faltaba la pierna entera y estaba empapando el suelo de sangre.
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Fallout 3
Научная фантастикаLa guerra... La guerra no cambia nunca. Desde los albores de la humanidad, cuando nuestros antepasados descubrieron que podían matar con rocas y huesos, se ha derramado sangre en nombre de Dios, de la justicia o simplemente de la rabia psicótica. E...