Capítulo 15 - Grayditch (Byron)

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Bajaron por una carretera que iba hacia el este, a Washington D.C., y a lo lejos se podían ver los primeros edificios en ruinas tras el río Potomac. En la bajada había una casa en ruinas con una gran cerca en la que dos brahmanes muertos se descomponían. Por el olor, debían de llevar muertos bastante tiempo. Inspeccionaron los restos de la casa por si había algo de valor, pero no encontraron nada. En ese momento Albóndiga se puso alerta. La carretera bajaba formando una curva tras una roca y una mujer apareció por ella corriendo hacia ellos con una especie de collarín metálico.

─¡Tenéis que ayudarme a quitarme esto! ─les gritó.

El collarín empezó a emitir un sonido por cada segundo, y a cada segundo con más intensidad. Jericho agarró a Byron, que iba a correr hacia ella para ayudarla y lo tiró al suelo tras lo que quedaba de pared de la casa. Se escuchó una explosión. Cuando se asomaron, la mujer estaba muerta y no tenía cabeza.

─Era un collarín de esclavo ─dijo Jericho, sacando el rifle─. Los utilizan los negreros para esclavizar, y si alguien se escapa los hacen explotar.

Alguien empezó a disparar hacia ellos y se ocultaron tras la pared. Cesaron los tiros. Byron se asomó y vio a tres personas con armaduras de combate de mala calidad caminando hacia ellos. Dos llevaban un rifle cada uno, y una mujer dos pistolas. Jericho se asomó y disparó con acierto. Había matado a uno de los hombre, pero sus dos compañeros respondieron el fuego. Byron lanzó una granada y los negreros se escondieron tras unas rocas.

─Albóndiga, franquéales ─le ordenó Byron.

─¿Qué te crees que es?, ¿un ranger? ─dijo Jericho, desconfiado.

El perro salió de la casa por el lateral. Byron se asomó y efectuó varios disparos para provocar a los negreros, que se asomaron y devolvieron los disparos. En ese momento Albóndiga saltó sobre uno de ellos por detrás tirándolo al suelo y mordiéndole en el cuello.

─A tomar por culo ─gruñó Jericho al tiempo en que salía de la casa y acribillaba al otro negrero.

─Buen chico, Albóndiga ─le felicitó Byron, rascándole la cabeza.

Continuaron la bajada hasta que llegaron al primer edificio de las ruinas, justo al lado del puente que cruzaba el río. Se trataba de un supermercado en muy buenas condiciones si se comparaba con cualquiera de los otros edificios. El aparcamiento que había frente a ella estaba repleto de coches y autobuses reventados y oxidados. También había varios cuerpos colgados de las farolas y varias partes del cuerpo esparcidas por toda la entrada.

─Ahí dentro tiene que haber un buen grupo de saqueadores ─señaló Jericho.

Empezaron a escuchar unas pisadas a retaguardia y se giraron con los rifles en alto para disparar. Era un niño rubio ataviado con una camiseta de tirantes blanca y un pantalón vaquero viejo con varios agujeros.

─Esos monstruos... me... me van a coger ─les dijo asustado.

─¿Qué coño te pasa? ─se enfadó Jericho.

─Cálmate ─le pidió Byron a su compañero─. ¿Quién eres chico? ¿Qué ocurre?

─Me llamo Bryan Wilks, y esas... COSAS, no paran de venir ─indicó─. ¡Me asustan! ¡Haz que paren!

El chico temblaba de miedo.

─Me gustaría ayudar, pero antes tengo que saber más ─dijo Byron, guardando su rifle.

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