Había sobrevivido al hotel Statesman y a la misión que le había encomendado Reilly de los Rangers de Reilly. Cuando despertó se encontraba sobre una pila de escombros. Los rangers habían matado a todos los supermutantes del vestíbulo del hotel y huido del lugar, dejándola allí a su suerte, a pesar de que de no ser por ella, seguirían en la azotea o estarían muertos.
No fue consciente del tiempo que pasó hasta que se puso en pie y salió del hotel. Cuando lo hizo estaba saliendo el sol. Se dirigió a los túneles de metro y fue por ellos con cuidado para evitar enfrentarse a los necrófagos. No estaba para peleas. Llegó al National Mall y una vez allí fue al Inframundo, al desguace. El doctor Barrows se encargó de ella durante unos tres días, los suficientes para recuperar las fuerzas. Compró algo de munición para sus pistolas láser y se dirigió de nuevo a los túneles de metro para dirigirse al este, hacia el Complejo de los Rangers, en Seward Square.
Llegó rápido. Apenas tuvo complicaciones por los túneles. Tan solo tuvo que eliminar a unos cinco necrófagos y a dos saqueadores que custodiaban la salida de metro. El sol la cegó unos instantes una salió fuera. Cuando subió las escaleras se encontró en una gran plaza, decorada con grandes árboles secos y pequeños muros de ladrillo rojo.
Dio unos pasos por el enlosado suelo, mirando en todas direcciones. Solo podía ir hacia delante, dirección noroeste, por una carretera ancha. Más adelante, tras varios escombros y coches destrozados, había cruces y más calles. Comenzó a caminar por ella. No tenía ni idea de dónde se encontraba exactamente el Complejo de los Rangers, solo que estaba por allí.
─Oh... Dios... duele ─tronó una voz que parecía salir de un megáfono no muy lejos─. Mi cabeza... ¿nunca dejará de dolerme...? ¿Por qué? Por favor... por favor... ¡No lo oigo! ¡Se mueve, palpita! ¡Dejadme en paz!
Kate sacó ambas pistolas y se pegó a la pared de un edificio a pie de calle. Se mantuvo en alerta. A escasos metros estaba el primer cruce. Tras un coche azul y una pila de neumáticos.
─¡Árboles! ¡Muchos árboles! ¡Al norte! Pero ojo... los árboles... son letales, ¡y ellos también se consumirán en el vientre del gran gusano gordo!
Kate se asomó a la calle de la izquierda. Una carretera llegaba hasta donde alcanzaba la vista con bloques de edificios a cada lado. Apenas se podía ver la calzada debido a la gran cantidad de piedras, bloques de hormigón y restos de coches que había esparcidos sobre ella.
─¡Hambre... hambre... qué hambre! ¿Qué? No, no tengo hambre. Es el gusano quien la tiene. Hambre de mí, de vosotros, hambre de fuego.
Kate dio varios pasos por la carretera. La voz demencial de los megáfonos se escuchaba cada vez más cerca.
─¡Y el sol saldrá por el norte! ¡No! ¡El noroeste! Durante cuarenta y cuatro días y sesenta y siete noches. ¡Y no nos daremos ni cuenta!
La voz salía de un callejón que había a la izquierda de la calle, entre dos edificios. Vio uno de los altavoces en lo alto de uno de ellos. Un muro bajo, igual a los que había en la plaza, daba entrada al callejón.
─Fuego, fuego, brillante y abrasador... abrasador... fuego... dolor, miseria, paz, amor, asesinato, muerte, muerte, muerte... amor...
Kate caminó por la arena del gran callejón. Vio a un hombre acuclillado a unos tres metros del muro. Se tapaba las orejas con las manos. No era el hombre que gritaba por los megáfonos. Alzó la vista cuando escuchó los pasos de Kate. Era muy moreno, y tenía una larga barba cana que se veía marrón debido a su suciedad.
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Fallout 3
Science-FictionLa guerra... La guerra no cambia nunca. Desde los albores de la humanidad, cuando nuestros antepasados descubrieron que podían matar con rocas y huesos, se ha derramado sangre en nombre de Dios, de la justicia o simplemente de la rabia psicótica. E...