Capítulo 8 - La casa de Dukov (Hans Myers)

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Hans se hallaba cerca de la casa de Dukov, caminando a la vera del río Potomac. Había tenido que encargarse de una banda de saqueadores formada por seis personas, cuatro hombres y dos mujeres. Había sido fácil. Eliminó a los dos hombres que hacían guardia desde la distancia y a una de las mujeres mientras salía a su encuentro. Y cuando entró a una de las tiendas del pequeño campamento sorprendió a un hombre y a una mujer fornicando como conejos. Después de eliminarlos cogió varios cartuchos de escopeta que había en una caja dentro de la tienda.

Seguía caminando cuando de pronto una bala le perforó el hombro y cayó al suelo. Se quedó tendido mientras escuchaba unos pasos acercarse con cautela. Un hombre comenzó a reír con fuerza y fue entonces cando Hans abrió los ojos y le voló la cabeza con su escopeta. El hombre cayó al suelo dejando un charco de sangre. Hans advirtió su placa: Ken Rollins.

Se trataba de uno de los caza recompensas más conocidos de Yermo Capital, pero era imposible que hubiera sido contratado por los Reguladores. Al parecer se estaba haciendo cada vez más famoso e incluso los bandos "malos" de Yermo Capital lo querían muerto.

Al doblar la esquina de un edificio se encontró con un centauro, unas criaturas humanoides horriblemente desfiguradas, con poca inteligencia y una gran afinidad por sus amos, los Supermutantes. Sus cabezas son humanas, con un gran torso musculado y tres tentáculos a modo de lengua. Hans lo acribilló con su rifle de asalto antes de que pudiera llamar a su dueño Supermutante.

Hans continuó con cautela por si le sorprendían los Supermutantes. Pasados unos minutos ya podía ver la casa de Dukov, una pequeña mansión al lado del río.

Había una valla de madera con un hueco en el medio a modo de puerta que conducía a la parte trasera. En la valla había una inscripción: Depón tus armas o recibe un disparo. Hans cruzó el hueco y llegó hasta la puerta de metal que conducía al interior de la mansión. Allí había otro letrero con la misma inscripción y una cámara de seguridad. Increíblemente la puerta parecía abierta.

Hans nunca había estado allí, pero sabía que Dukov no tenía problema alguno con los necrófagos, por lo que le escamaba que el señor Crowley quisiera matarlo. También le escamaba que quisiera de todos un objeto personal a modo de prueba para saber que habían muerto, como una llave. Hans guardó su escopeta y su rifle de asalto en una caja que había en la entrada ante la mirada de la cámara. Una vez hecho esto, asió el pomo de la puerta y lo giró. Efectivamente, estaba abierta.

Se encontró en un gran vestíbulo, con una escalera a la izquierda que conducía al segundo piso. Había una cama en mitad del vestíbulo, con varias botellas de alcohol sobre las sabanas; al lado de la cama había un sofá verde, y frente a él una mesa con varias botellas, un cartón grande de cigarrillos y un rifle de asalto. A la derecha del vestíbulo había un villar, también repleto de botellas, más vacías que llenas.

Una mujer pelirroja en ropa interior bajó por las escaleras y se sorprendió al verle. Hans se mantuvo impertérrito y la mujer siguió bajando las escaleras con andares sensuales.

─Hola, encanto, soy Cereza ─se presentó─. ¿Qué puedo hacer por ti?

─¿Por qué no llevas ropa? ─dijo Hans señalando su cuerpo.

─A Dukov le gusta que esté caliente. No se necesita más.

─¿Qué pasa entonces con Dukov?

─Es un viejo verde ─contestó con cara de asco─. Solo lo aguanto a él y a sus "necesidades" porque aquí estoy a salvo. Suele disparar primero y preguntar después. No saques un arma si está presente o es probable que te pegue un tiro. Y es bueno de cojones.

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