Capítulo 16 - Radio Galaxia (Byron)

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─¿Qué pasa, habitantes del Yermo? Soy Three Dog y estáis escuchando R.G., es decir, Radio Galaxia, por si os habíais olvidado. Ah, sí, hora de las noticias. No hace mucho, di la noticia de que un tipo había abandonado el Refugio 101. Su nombre es James y es un buen hombre; pero aún hay más. Tengo una noticia de última hora que dice que alguien más ha salido de ese agujero. ¿Qué coño está pasando ahí abajo? ¿Revolución? ¿Vacaciones? ¿Alguien se ha tirado un pedo? Haced vuestras apuestas chavalotes. Gracias por escuchar, muchachos. Os habla Three Dog desde Radio Galaxia, donde escucharéis la verdad... por mucho que duela. Y ahora un aviso de interés público súper importante: recordad, chicos, cuando vengan los saqueadores no os avergoncéis de cerrar las puertas, bloquear las ventanas y refugiaros bajo la cama más cercana. Cuando estos sicópatas entran en juego solo tienen una cosa en mente: haceros la vida lo más miserable posible. No se puede negociar o razonar con los saqueadores y no sirve de nada rendirse, ya que os dispararan de todos modos. Corred, escondeos o luchar si tenéis los cojones y las armas, pero por el amor de Dios, no agitéis la bandera blanca; os estrangularan con ella. Ahora, algo de música...

Era la primera vez que Byron había conseguido sintonizar Radio Galaxia con su PipBoy, y la primera noticia que escucha estaba relacionada con él. Al acabar de hablar el locutor comenzó a sonar una canción de antes de la guerra que a Byron le pareció reconfortante.

Habían llegado al puente que había junto al supermercado llamado Tiendas Superguay, según su cartel. El puente era una carretera de unos treinta metros de longitud, que cuando llegaba al otro lado giraba un poco, pasando por debajo de un puente elevado del que apenas quedaba asfalto, a diferencia del que tenían que cruzar. Se encontraba en perfectas condiciones. Los coches podrían cruzar por él sin problemas si los hubiera, y no tenía ningún obstáculo, salvo por un coche oxidado justo antes de llegar a él. El puente tenía una barandilla a ambos lados con un bloque de ladrillos a cada dos metros con la misma altura.

─Cuando crucemos el puente seguiremos por la carretera y nos dirigiremos a la vera del río ─indicó Jericho─. Hay una entrada de metro por allí.

Los dos empezaron a andar por el puente con Albóndiga tras ellos. Cuando iban por la mitad alguien les disparó y los dos se parapetaron tras la barandilla y esperaron a que cesaran los disparos.

─¿Has visto de dónde han venido? ─preguntó Byron a Jericho.

─Creo que de debajo del puente elevado. Acerquémonos.

Avanzaron cubriéndose por la barandilla. A cada rato varios disparos se estrellaban contra los ladrillos. Cuando llegaron al final de la barandilla, Jericho se asomó con cautela y divisó dos saqueadores que utilizaban los restos del muro de contención que separaba las vías de la carretera como parapeto. Se lo notificó a Byron.

─Desde aquí será complicado ─opinó Byron.

─Por no hablar de que el ruido incesante de los disparos podría atraer a más saqueadores y a criaturas salvajes del Yermo ─replicó Jericho.

─Lo mejor será avanzar hasta ellos disparando ─propuso Byron.

Jericho asintió y cuando los disparos de los saqueadores cesaron corrieron a la vez que disparaban hacia la posición en la que se ocultaban. Uno se asomó y Jericho acertó en su cabeza. El otro se mantuvo escondido y cuando llegaron a él tiró el arma al suelo a modo de rendición. Jericho apretó el gatillo sin piedad.

─Ya has oído a Three Dog ─dijo al ver la cara de desaprobación de Byron─. Él no nos habría dejado marchar si nos hubiéramos rendido.

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