Capítulo 48 - El principio y el fin (Byron)

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Byron se encontraba ya en el National Mall. Tenía que ir al Inframundo para reunirse con Fawkes, tal y como le había pedido.

Después de la masacre de los negreros y de la muerte de Jericho a manos de Hans Myers, Byron permaneció debajo de la estantería al menos dos horas sin moverse. Se quedó dormido en ese tiempo y cuando despertó consiguió salir de debajo del mueble. Luego observó el cadáver de Jericho. Siempre pensó que nada podría con él, hasta que vio al necrófago estampar su maza contra el cráneo del que llegó a ser su mejor amigo en el Yermo.

Se dirigió al sur, armado con un rifle de asalto que le había quitado al cadáver de un negrero. Por fortuna para él, no tuvo demasiados problemas y no se encontró con casi ninguna criatura del Yermo, y cuando veía una, la evitaba. Lo peor fue las vías de metro.

La única forma de llegar al National Mall es por las vías de metro, debido a los escombros y edificios derribados que rodean la zona. Lo bueno fue que estaban llenos de necrófagos y pudo descargar casi toda su ira con ellos, poniéndoles un guardapolvos a cada uno en su imaginación y armándolos con una maza.

Cuando llegó al Inframundo, encontró a Fawkes en la puerta de la calavera. Lo primero que hizo el supermutante cuando lo vio fue correr a toda velocidad hacia él. Por un momento lo asustó. Le dio un abrazo más fuerte que el que le dio cuando se despidieron y le entregó el frasco de virus VEF modificado. Cuando preguntó por Jericho, Byron miró al suelo y negó con la cabeza. Le contó toda la batalla durante el camino hacia la ciudadela, y se ahorró algunos detalles sobre cómo el necrófago mató a Jericho.

Tenían pensado cruzar el puente de Arlington, justo al este del monumento de Lincoln, pero había una barrera con un campo de fuerza color azul, y varios soldados del Enclave. Fawkes comentó a Byron que había oído que el Enclave había puesto barreras en todos los caminos que conducían al monumento a Jefferson. Según parecía, el coronel Autumn quería iniciar el purificador ahora que tenía el G.E.C.K. Debían de llegar a la Ciudadela cuanto antes.

Fueron un kilómetro hacia el norte para alejarse del Enclave y cruzaron el río a nado. Fawkes no tuvo ningún problema con la radiación, pero Byron se sintió un poco mal cuando salió del agua. Caminaron por la orilla y tuvieron cuidado de que los soldados no los vieran por ese lado del puente, donde había otra barrera. El puente estaba a apenas quinientos metros de las puertas de la Ciudadela, por lo que Byron no se explicaba cómo era posible que el Elder Lyons no hubiera mandado ya a sus hombres para combatir.

En la puerta de la Ciudadela se encontraban los dos centinelas de siempre junto a un robot centinela. Uno de los hombres era el Paladín Bael, el que les negó la entrada a él y a la doctora Li cuando huyeron del proyecto Pureza. De no ser porque Madison conocía al elder Lyons se habrían quedado en la calle y ahora probablemente estuvieran muertos.

─¡Tú! ¡Has vuelto! ─se sorprendió el Paladín Bael cuando lo vio─. Escucha, el elder Lyons y los demás están reunidos en el laboratorio. Se habla de asaltar el purificador. Más vale que bajes allí ahora mismo.

El paladín Bael miró a Fawkes desconfiado.

─Viene conmigo y, créeme, nos hará falta en esta batalla ─dijo Byron mientras caminaba hacia la entrada con Fawkes detrás.

El entrenamiento se había intensificado en el patio central. Las prácticas de tiro estaban llenas de iniciados y el resto hacía flexiones en el centro y lucha en los laterales. Byron cruzó el patio a toda mecha junto a Fawkes y entraron en el laboratorio.

El gran robot del centro, Liberty Prime, impresionó a Fawkes, y Byron volvió a maravillarse con él. De cara a él en la planta inferior estaba el elder Lyons, dialogando con la Tropa Lyons y Rothchild. Pero antes de bajar, vio a la doctora Madison Li paseando por la plataforma. Corrió a su encuentro y la abrazó. Fawkes se quedó a un lado sin entender nada.

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