» who is she?

6K 627 72
                                    

Caminé a través del primer piso buscando un alivio. Limpiar. Voy a limpiar. Qué vida la mía. Tendría que limpiar toda esta mierda. Fui a la cafetería, y le pedí a la mujer de la cocina que me diera un plátano. O Dos. Una señora se acercó temerosamente a mí y me indicó que fuera a la oficina de mi madre. Entré al elevador y presioné el botón con el número cuatro.

Una vez que se abrió la puerta y caminé unos metros para adentrarme donde estaba toda la gente. Fue como si el tiempo que hubiera detenido y todas las miradas se centraran en mí. Y estaba seguro que en verdad me observaban. ¿Qué se puede decir cuando solamente eres una cría mantenida? Miré a mí alrededor. Cabello despeinado, ropa sucia y arrugada, brazos con tatuajes y orejas con aretes. Sí, definitivamente no era una imagen linda de halagar.

Caminé directamente a la oficina de mi madre y cerré la puerta para sentarme en el sillón que está al frente de su escritorio. Mordí mi plátano y tiré la primera cáscara en el bote. Ella todavía no subía, o bajaba. Lo que sea. Sólo estaba yo, sus muebles lujosos, un par de pinturas y frente a ella la fotografía de mi hermano.


Difunto.

Seguro mi foto ha dejado de ser un orgullo. Es entendible. Probablemente y jamás me tuvo. No solía rondar mucho por aquí. Intentaba estar lo más alejado de mi madre posible. Desde que falleció mi hermano todo fue tan diferente. Primero nos dejaba mi padre y después mi hermano muere en un accidente. Vaya vida. Pero apenas hace unos años, que inicio el proyecto BuzzFeed del que todo mundo estaba loco, todo fue para arriba. Pero no podía tomarme el pelo, sabía que ni todo el dinero del mundo podía aliviar el dolor que llevaba dentro.

Después de terminar mi fruta comencé a observar a detalle las pinturas. Qué gusto el de mi madre. La puerta sonó un par de veces y alcé la mirada hacia una chica que estaba en la entrada. Era la chica del correo. Era una de las chicas más normales que conocía en este lugar. Siempre me miraba mucho, supongo que le parecía extraño o le daba miedo, cualquiera de los dos.


Ella era... Extraña. Todo el mundo le hablaba y parecía ser bastante social. O quizá sólo quería acostarse con ella. Su cabello era corto y rubio, un poco más oscuro que el mío, el suyo era tan dorado y cobrizo al mismo tiempo. Su nariz era pequeña y su piel brillante. Era bastante baja a mi parecer, aunque siendo honestos, todos son bajos a mi lado. Sus ojos eran... Raros, jamás los había visto. Eran como un color miel, pero tenía tonos verdosos. No estaba seguro del color.

"Mmm... ¿No está la jefa?", preguntó y negué con la cabeza. Ella ladeó su boca y decidió tomar unos sobres y cajas. "Le dices que... Aquí está su correo", seguí cada movimiento que hacía, cómo sí en realidad quisiera conocerla a través de la forma en la que se mueve. Dejó el correo en el escritorio. "Y su café", puso el vaso grande en la madera. "Te traje uno a ti también".

¿A mí? ¿Qué diablos? Jamás le pedí nada. Me le quedé viendo.

"No te pedí que me trajeras café", respondí y ella apretó sus labios asintiendo.
"Lo lamento, creí que...", oh no ya iba a empezar. La interrumpí antes de que continuara en lo que sacudía mi cabeza.

"Olvídalo, yo le digo".

"Si... Gracias", se dio la vuelta y tomó el carrito para girarlo. Me le quedé mirando, ese sería un mal movimiento. Presencié el momento exacto en el que su estúpida lata con ruedas rompió la tela del sillón. Ella se quedó helada. "Mierda", tapó mi boca y evité soltar una risa. Negué.


Quería saber cómo se llamaba, pero normalmente no hablaba mucho. No es que no me gustara hacerlo o fuera mudo, simplemente no creía que le interesara a la gente. Mamá creía que la avergonzaba suficiente ya.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora