» capítulo 30

3.9K 465 329
                                    

El reloj marcaba exactamente las 11:59 de la noche y mi padre aún no salía de la operación. Habían pasado cerca de cuatro horas, mi abuela ya venía a mitad del camino junto con otros familiares. Le había avisado a Stefany, quien insistió en venir a acompañarme pero no podría, es decir, no quería que se molestara en hacerlo. Miraba el reloj pegado a la pared, el tiempo jamás se había pasado tan lento como ahora. No había comido nada, y aun así no pude ni darle dos mordidas al sándwich que compré en un local de afuera, gracias a este malestar. Terminé dándoselo a un perro callejero.

El segundero marcó las doce y suspiré.

4 de Diciembre, mi cumpleaños.

Había dos opciones, este podría ser el mejor cumpleaños de mi vida o el peor. Realmente no estaba preparada para lo que fuera a pasar después. Confiaba en los doctores, confiaba en la operación y sobre todo confiaba en mi padre, porque él me enseñó eso, me enseñó a ser positiva, a salir adelante y resaltar las cosas buenas de las malas siempre. Me enseñó cómo después de cada tormenta aparece un sol y como después de cada lluvia hay un arco iris. Él era la persona que más me había enseñado cosas, él fue mi maestro de la vida. Fue quien me hizo ver cuando yo no veía, y quien me hizo creer cuando ya no podía.

En momentos como estos podía recordar el día que me hicieron el transplante. Estaba tan asustada, tenía más miedo que emoción. Había llegado al punto en el que todo todo lo que pasara, automáticamente sería malo. Ya había tenido cancer, ya había perdido el cabello y todas mis fuerzas, había perdido el atractivo que -sin saber-, no tenía. Me sentía la persona más sola en el mundo. Recordaba esa mañana, él no soltó mi mano en todo el día, porque si lo hacía yo caería. Cuando ingresé al quirófano él la soltó y me dijo «confío en ti cachorrita». Fueron tan sólo esas palabras las que me dieron fuera para entrar y a su misma vez regresar para verlo.

No pude siquiera cerrar los ojos ni un momento. Estaba al pendiente de todo lo que pasaba a mi al rededor. Desde cada enfermero que pasaba, hasta las personas que se paraban a tomar agua. Subí mis pies en la silla y me abracé a mis piernas escondiendo mi rostro entre mis rodillas. Mis ojos me dolían, estaba realmente cansada. Logré escapar un suspiro, preguntándome: ¿Luke hubiera estado conmigo en este momento si nada hubiese pasado entre nosotros? No podía imaginar la imagen de ambos sentados en el sofá. Probablemente él me diría algo como «tienes que descansar Salsita, yo estaré despierto», o tal vez de nuevo me equivocaba sobre él. Se me hacía difícil imaginar un «no» de su parte, puesto que todo el tiempo me llenaba de «síes». Cielos, debería dejar de pensar en él, no era el mejor momento para pensar en eso.

Me quedé un momento con los ojos cerrados dejando que descansaran de la luz incandescente del hospital. Sentí que pasaron 10 minutos cuando tocaron mi hombro y me desperté de golpe. Me había dormido, mierda. Me había dormido, miré la hora, eran las 2:47. Me había dormido por una hora. ¿Dónde estaba mi padre? ¿Y sí ya había salido de la operación? Miré al doctor parado frente a mí, llevaba un traje color azul marino y una cosa en la cabeza. Parecía que acaba salir de la operación.

"¿Cómo está?", pregunté y él se me quedó viendo sin decir más. Sentí mi corazón encogerse. No... Él, no.

"Él perdió mucha sangre, fue una operación muy complicada, puesto que los vasos sanguíneos se encontraban en muy mal estado, y por lo tanto no produjo la sangre necesaria para sustituir lo que ya había perdido", admitió. "Lo siento mucho, hicimos lo que pudimos".

Tapé mi boca y apreté fuerte mis ojos. Mi papá había muerto. No podía ser posible, mi papá ya no estaba aquí. Mi héroe, mi ejemplo a seguir, mi papá... Mi papi. La única persona que me hacía fuerte, la persona que estuvo conmigo cada día de mi vida. Mi papá no estaba más conmigo. Me dejé caer en la silla y me solté a llorar como nunca en la vida lo había hecho. Mi papá ya no estaba conmigo. ¿Qué mierda había hecho en mi vida para merecer todas estas cosas? ¿Qué hice? Quizá me están castigando porque debí morir desde hace mucho. ¿Por qué no me morí yo? ¿Por qué no fui yo la que murió? ¿Por qué tuvo que ser mi papá? ¿Por qué no fue mi mamá? Sí pudiera elegir entre ambos, hubiera deseado mil veces que fuera mi madre, de todas maneras no sabía nada de ella, desde hace años.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora