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Estacioné el auto frente a la casa de Michael. Le diría que me acompañara sacar mi auto. Con lo que mi madre me pagó la primera semana podría sacarlo. Abrí la puerta y lo vi caminando desnudo con un tazón de cereal.

"Wow, wow. Alto amigo", dije entre risas.

"¿Tan temprano Hemmings?", preguntó mirando la hora. "Pensé que tardarías más".

"Sólo fue una cita", bufé y él me miró.

"Una cita con Luke Hemmings sin un poco de aquí y allá", dijo moviendo sus caderas. Lo único que pude ver fue su miembro rebotar. Rasqué mi cabeza.

"Sí bueno, ya sabes", carraspeé un poco mi garganta.

"Aw, ¿te gusta?", dijo burlón y caminé a su sillón.

"No, no", negué. "O no lo sé".

"Ella no es como tu Hemmings, lo sabes", dijo y asentí. "Ella no te acompañará a tus fiestitas, se pondrá ebria contigo, te comprara tus cigarros, no te va a satisfacer como tú quieres. ¿O has sido un santo con ella todos estos días?".

Tenía razón, ella era diferente. Ella y yo éramos totalmente diferentes, yo tenía un desastre en mi vida y ella lo tenía todo bajo un orden. Si alguna vez se metiera en mi mundo probablemente terminaría asustada o me odiaría y yo... Simplemente tengo más que dar estando en el de ella. Realmente todos estos días ni siquiera era yo, me sentía como Lucas, pero estaba lejos de ser la persona que en tantos años construí. Luke Hemmings.

Miré a Michael.

"¿Qué planes hay para hoy?", él sonrió y chocamos nuestras manos con un apretón.

"Casa de Abby, todo casual", confesé.

"Excelente", me puse de pie. "Ponte algo de ropa, iremos por mi auto", él asintió y corrió al cuarto.

Estábamos en el depósito, llevaba en mi mano el ticket de multa y llegué a la caja. Le pusieron el sello y me indicaron que en unos minutos lo traerían, le di el dinero a la señora y a lo lejos vi que traían a mi Audi empolvado y sucio. Oh mi bebé, ni siquiera se reconocía su color gris, ahora era café, cielos.

"Le quita lo especial ¿sabes?", miré a Michael.

"Y lo caro", reímos.

Miré a mi auto y lo abrí. Bueno, al menos se mantenía limpio por dentro.

"Qué vergüenza, tengo que llevarlo a un carwash", Michael se subió al copiloto.

"Vamos, de regreso pasamos por mi auto", lo encendí y se escuchó el motor. Oh bebé, ya te extrañaba.

Manejé al carwash más cercano y pagué por el más caro. Tenía que quedar brillando. El carro comenzó a andar por las plataformas y los chorros empezaron a caer.

"¿Y... Vas a regresar a trabajar?", preguntó y solté una carcajada.

"Prefiero dejar la escuela que volver a limpiar un inodoro", confesé. "Ya tengo la tarjeta, no necesito estar ahí".

"Tu noviecita se va a poner triste", dijo burlón y le di un codazo.

"No te metas con ella", negué. "Lo dejaré. Antes de que sea peor".

"Oh podrías invitarla a la fiesta de esta noche", bufé.

"Paso", negué. "Se asustaría".

"Pues ni que fuera qué", rió.

"Exacto, ella es un qué".

Rodó sus ojos.

"Ya se acabó con ella, ¿de acuerdo?", lo miré y asintió.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora