La verdad siempre sale a la luz

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Tomé un taxi hasta el departamento que compartía con Mariano, es momento de afrontar lo que viene además necesito ropa para mí pequeña, solo espero que se encuentre ahí con Sophie porque ya no tengo llaves. Mis latidos comenzaron a acelerarse mientras me acercaba a la puerta, cerré los ojos fuertemente para borrar todas las imágenes de la última vez que estuve aquí. Apreté el botón del timbre y esperé unos segundos para que me abrieran la puerta... cuando él me vio, sus ojos casi salen de órbita y quedó mudo así que hablé yo

- ¿Puedo pasar?

- Por supuesto, es tu casa también- reí sin ganas mientras negaba con mi dedo y decía

- Dejó de serlo el día... sabes que olvídalo, vengo a buscar a Sophie y un par de cosas que olvidé.

- Está dormida, ¿Podemos hablar?

- Claro, mientras buscaré las cosas que me faltan... me dirigí insegura a la habitación que compartíamos, lo que menos hice fue mirar hacia la cama, el permaneció cerca de mí mientras sacaba el bolso que usaba para el gimnasio y lo dejaba en el piso jamás volvería siquiera a apoyarme en esa cama.

- Chloé, yo lo siento... nunca pensé que algo así pasaría creo que me pase de copas y-yo te amo- cerré mis ojos y respiré profundamente para controlar las lágrimas, no quiero que me vea llorar. Es hora de ser fuerte, atrás quedó la Chloé sentimental...

- No tienes por qué disculparte nosotros no estábamos juntos, te recuerdo que nuestra relación termino hace más de dos semanas... lo único que nos une ahora es Sophie- salí de la habitación para adentrarme al baño, saqué todo lo que era mío y lo eché en el bolso, sentía la mirada de Mariano fijamente en mi pero no se la correspondí, después de un silencio bastante incomodo agregué: - no deberías deshacerte del departamento o deberías mudarte a uno con dos habitaciones para cuando Sophie se quede contigo...

- Tienes razón, había pensado en volver al mío... pero lo mejor es mudarme a otro con dos habitaciones- alcé mi rostro para ver el suyo y vi que estaba aguantando las lágrimas, demonios esto está siendo mucho más difícil de lo que pensaba.

- Sí, lo otro que te quería comentar es que me iré por unos meses con Sophie, no es lejos de la ciudad así que podría traértela los viernes en la noche y venir por ella los domingos en la tarde

- ¿Dónde se van?

- Iremos a la casa de Rose que queda a un par de horas de la cuidad

- ¿Qué harás con el trabajo que te ofrecieron?- aquel trabajo que tanto había esperado, en la clínica veterinaria donde realicé mi práctica pero renuncié a él el día que me enteré de mi enfermedad.

- No lo acepté, quiero dedicarme a mi hija un tiempo... no estoy segura de cuando volveremos pero lo más seguro es cuando Sophie tenga que entrar a la escuela.

Sentí a Sophie llorar y corrí a su habitación, al verme su rostro se iluminó, me acerqué rápidamente a ella y la abracé...

- Mami voviste- dijo mientras se refregaba los ojos

- No pequeña, vine a buscarte... nos iremos a la playa de nuevo- dije sonriéndole, mi pequeña dirigió su mirada a la puerta de su habitación donde estaba Mariano apoyado en el marco de la puerta

- ¿Papi ibual?- tragué el nudo que se estaba formando en mi garganta para luego decirle:

- No mi vida, a papi lo verás los fin de semana- ella asintió no muy convencida, comencé a recoger la ropa que me llevaría de ella, mi bolso ya no daba más... en eso escuche mi teléfono, mierda se me había olvidado avisarle a Jeremy o a mi madre donde estaba... avancé rápidamente al comedor donde lo había dejado y lo tomé. Quince llamadas pérdidas; diez de Jeremy, cuatro de mi madre y una de un número desconocido. Llamé rápido a mi hermano alejando el teléfono de mi oído, seguramente me dejaría sorda...

UNA NUEVA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora