-¿Qué dices? -me mira casi con cara de cachorrito.
-Daniel... yo...
-Por favor -suplica.
-Lo siento, no puedo -niego con la cabeza-. Todavía hay muchísimo que hacer aquí y ellos te quieren ahí a ti no a mi.
-Podemos posponer lo demás, eso no es problema -frunce sus cejas hasta que se le forma una arruga entre ellas.
-No, Daniel. No puedo -niego.
Por un momento se queda callado y me observa con detenimiento.
-Voy a convencerte.
-No, no lo vas a hacer.
-Claro que si.
-No, claro que no y se acabó -me levanto de su regazo y lo que recibo es un azote en el trasero.
Por la noche, Daniel desquita toda su frustración con el sexo y vuelve a insistir en que lo acompañe recibiendo de nuevo una negativa de mi parte.
Ahorita me encuentro en el aeropuerto, esperando a que el vuelo de Daniel salga.
Ha insistido muchísimo y en todas y cada una de sus estrategias le he dicho que no, por ejemplo en la mañana me despertó con el desayuno listo y me pareció raro un perfecto omelet porque el otro día no teníamos ni idea de qué era lo que había en la sartén, hasta que descubrí que Wilson lo había traído de Bartoli.
Cuando llegamos al trabajo había un arreglo floral inmenso con una nota pidiendo que fuera con él.
Cuando salimos del edificio para venir al aeropuerto y durante el camino hizo bromas y chistes demasiado malos, sólo él se reía pero nisiquiera él los entendía, me parece.
Me encantaría ir con él, pero de verdad hay mucho que hacer todavía.
-Solicitamos al señor Wohlberg abordar su avión por la puerta diecisiete -suena la voz de una chica por los altavoces de la sala de espera.
-Ya es hora.
Caminamos hacia la puerta indicada con todo un equipo de seguridad detrás de nosotros. Mientras ellos entran Daniel y yo nos detenemos en la entrada para despedirnos.
-Por favor, acompañame -me envuelve entre sus brazos.
Se me encoje el corazón. Esto no es una despedida para siempre es sólo para algunos días pero no puedo evitar sentirme sensible.
-No hagas eso -me levanta el rostro y limpia una atrevida lágrima que se me escapó sin permiso.
-Lo siento.
-Todavía puedes venir conmigo.
-Sabes por qué no -lo abrazo con mucha fuerza-. Cuídate mucho.
-También tú, preciosa -me besa en la coronilla y me sujeta contra su pecho-. Te voy a extrañar, espero regresar el viernes o a más tardar el sábado.
-Conociéndote vas a tratar de estar aquí mañana -sonrío y logro que él lo haga también.
-Conociéndome sabes que para empezar si pudiera no me iría -me mira irónico y al mismo tiempo con una pizca de tristeza.
-Sí, lo sé -asiento y me separo de él para que pueda abordar-. Que tengas buen viaje.
Sonríe y empieza a caminar por el pasillo, pero a medio camino se detiene y se devuelve corriendo.
Me besa como nunca antes lo había hecho, sus labios tan delicados y deliciosos atrapan los míos en una mezcla de emociones y sensaciones que recorren hasta la última fibra de mi ser.
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Nuevo Trabajo... Mismo Jefe
RomanceMelody Smith reinicia su vida como empleada en una fundación caritativa. Hace nuevos amigos y al mismo tiempo deja varios corazones rotos, pero no se encuentra psicológicamente estable como para iniciar una nueva relación. Sólo intenta concentrarse...