Capítulo 8

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Paso toda la noche soñando con sus hermosos ojos que me miran con un extraño sentimiento que no logro descifrar.

Me obligo a abrir los ojos cuando el sol me da de lleno en la cara. No quiero ir a trabajar hoy.

Me incorporo de un salto en la cama cuando me doy cuenta de que ya no me duele la garganta. Corro al baño y me observo en el espejo.

Paso de mi cabello enmarañado y mi fatal pinta para examinar mi cuello. Ya no está tan mal. De hecho me sorprende la rapidez con la que los moretones han pasado de ser de un horrible color morado a un tono verde amarillento.

¡Que felicidad! Ahora ya no me siento tan mal.

Llego a la oficina media hora antes de lo habitual y de una vez entro en mi despacho para ponerme al día aunque en realidad no estoy atrasada con nada.

-¿Señorita Smith? -el gerente se asoma por mi despacho con una expresión de extrañeza en su rostro-. Buenos días, ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Buenos días -sonrío-. Esque me he levantado antes y no quería desperdiciar el tiempo.

-Ya veo -asiente-. Había olvidado decirte que hoy tendremos reunión con el señor Wohlberg, te veo a las dos en la sala de reuniones.

-Ahí estaré -me despido de él con una falsa sonrisa. No puede ser, otra vez.

Hoy hace más calor que ayer y empiezo a sofocarme con la delgada bufanda dorada que traigo encima pero no quiero que nadie vea mi cuello todavía. Por suerte me puse un vestido negro corto con los zapatos altos igualmente dorados como para tratar de no estar totalmente cubierta por tela y terminar loca del ahogo.

A media mañana las chicas entran en mi despacho y me cuentan cómo estuvo la cita de Carla.

-Por cierto, pensamos en hacer una pequeña reunión de despedida para Rosemary el sábado por la noche, ¿vienes? -me pregunta Carla con una sonrisa que le ilumina toda la cara.

-¿En dónde será? -pregunto tomando un sorbo de mi chocolate caliente.

-Es en el mismo lugar de siempre -responde Vicki-. El bar al que recurrimos todos los fines de semana, ¿Estuvo genial el pasado fin de semana, no crees?

-Estuvo bien -intento sonreír mientras oculto mi poco entusiasmo tras la taza de chocolate.

No me emociona mucho la idea de ir a un bar, la última vez terminé vomitando frente a uno de los hombres más poderosos del mundo. Que vergüenza.

-Haré mi mayor esfuerzo por ir, tengo algunos otros compromisos -me encojo de hombros para tratar de disculparme.

-No sería lo mismo sin ti, querida -Carla me sonríe y me pone una mano sobre el hombro.

Sonrío de igual forma, pero no pienso volver a ése lugar. Por lo menos no en un buen tiempo.

Sigo con mi trabajo y al medio día salgo para comprar algo para almorzar pero no encuentro nada que me apetezca mucho así que me llevo unas galletas con chispas de chocolate de vuelta a la oficina para devorarlas.

Me sorprendo al ver a Daniel en mi despacho. ¿Qué hace aquí?

-Hola -lo saludo con un repentino sentimiento de... no se como expresarlo... ¿melancolía? ¿emoción?... no se ni qué es lo que siento y es todo tan opuesto y contradictorio que me limito a intentar sonreírle.

-Hola -me escanea con sus hermosos y profundos ojos antes de sonreír-. Te vez preciosa -mis mejillas enrojecen al escuchar sus palabras.

-Gracias -acomodo un mechón de mi cabello tras la oreja incómoda-. Por favor, toma asiento -le indico el sofá frente a mi escritorio mientras yo me siento en mi silla-. ¿Qué te trae por aquí?

Nuevo Trabajo... Mismo JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora