Capítulo 11

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-Vamos -habla Daniel intentando incorporarse del sofá conmigo encima-. Es muy tarde y hay que dormir -acaricia mi espalda de arriba a abajo.

-Si sigues haciendo eso jamás me voy a levantar.

-¿Haciendo qué cosa? -ríe mientras continúa acariciando mi espalda.

-Eso que haces en mi espalda, es muy relajante -murmuro contra su pecho.

Logra ponerse de pie y me lleva en brazos hasta mi habitación.

Cuando me deja en el piso, voy al armario y busco mi camisón de dormir. Me deshago de mi ropa de trabajo y me lo pongo para meterme debajo de las sábanas.

Daniel no está en la habitación pero veo su camisa, su saco de vestir y su pantalón sobre el asiento de mi cómoda. Cuando entra casi me provoca un infarto, su cuerpo... tenía mucho de no poder contemplarlo y cada vez me asombra más.

Se mete debajo de las sábanas conmigo y me obliga a acostarme sobre su pecho.

-Descansa, preciosa -acaricia mi espalda nuevamente y me duermo casi instantáneamente.

Por la mañana cuando despierto estoy sola en la cama pero escucho ruidos en la cocina así que me voy a investigar..

Avanzo en silencio hasta que tengo frente a mi a un sexy hombre con sus pantalones puestos sin camisa y preparando lo que parece un omelet... aunque no estoy muy segura.

-Buenos días -saludo colocándome a su lado para observar mejor lo que intenta cocinar, pero bueno, no se ve tan mal.

En un rápido movimiento me levanta y me sienta sobre la encimera lejos de la cocina, se coloca entre mis piernas y me abraza metiéndo su rostro en mi cuello.

-Buenos días -responde luego de algunos segundos-, ¿cómo dormiste?

-Mejor que nunca -es la verdad, no me desperté ni un segundo y sé perfectamente por qué-, ¿Y tú, dormiste bien?

Sólo asiente, todavía entre mi cuello; cuando se separa observa mi rostro con detenimiento y se acerca con cautela.

Roza sus labios con los míos y poco a poco los unimos en un beso suave y relajado, explorando y recordando la suavidad del otro.

Paso mis manos por su cuello y acaricio su cabello, mientras Daniel me sujeta firmemente por la cintura y la espalda haciendo lentos movimientos circulares con sus pulgares.

Esto es excelente, es glorioso.

Nos separamos con las respiraciones irregulares y sin abrir los ojos unimos nuestras frentes mientras tomamos aire.

-Te he echado muchísimo de menos -aparta un mechón de cabello y lo pone detrás de mi oreja.

-Yo igual -sonrío.

-Estoy intentando preparar el desayuno -indica con su cabeza hacia el sartén del que emana una minicolumna de humo.

-¿Quieres que te ayude? -ofrezco al ver que si seguimos así en unos pocos minutos mi cocina estará en llamas y quizás todo mi apartamento.

-Sí, me parece buena idea -asiente ayudándome a bajar.

Fue un verdadero desastre, tuve que improvisar unos rápidos pancakes con frutillas encima mientras Daniel se ocupaba de hacer un jugo de naranja luego de tirar a la basura los restos quemados de lo que sea que estuviera en el sartén.

Mientras limpié la cocina, Daniel se encargó de ducharse y arreglarse con la ropa que trajo Wilson.

Cuando ya estuve lista, nos dirijimos a la empresa.

Nuevo Trabajo... Mismo JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora