De vuelta en casa, nos preparamos para las dos reuniones de mañana. Son muy importantes, una es con el accionista de Francia y la otra es con el consejo de la empresa Wohlberg de Tailandia.
Por la mañana, Tara se encuentra eufórica y siento que me ataranta. Esta chica tiene serios problemas de manejo del estrés.
Preparamos la sala de conferencias y una vez lista, tomamos asiento para esperar a que Daniel llegue y seguidamente el accionista.
-Lamento la tardanza, munca solemos llegar tarde -se disculpa. Es un hombre alto muy delgado, con cabello negro y ojos muy oscuros. Su acompañante es una chica bajita e igualmente delgadita con la piel tan blanca como la leche.
-Descuide, aún están a tiempo -Daniel señala la silla frente a nosotros-. Por favor, tomen asiento.
El tema de los campos es otro asunto. Verán, Tara y yo nos sentamos en uno de los laterales de la mesa pensando en que Daniel se sentaría en una de las dos cabeceras de la enorme mesa rectangular de la sala de conferencias y que el accionista se sentaría en el mismo asiento pero del lado opuesto, así se hablarían de frente. Pero no, cuando Daniel entró en la sala, se sentó a mi lado y se negó rotundamente a sentarse en otro lado que no fuera junto a mi.
Así que aquí estamos, Tara, Daniel y yo sentados en el lateral derecho, y el accionista y su asistente del lado izquierdo.
La reunión se llevó a cabo sin problemas. Estuvimos anotando todo lo que era importante y señalando puntos específicos a debatir.
Para cuando llegaron los miembros del consejo, Daniel accedió a duras penas, sentarse a la cabeza. Tara y yo mantuvimos un bajo perfil, sentadas en un costado de la sala, igualmente tomando notas de todo lo que se iba hablando.
Su mirada no dejó la mía ni tan siquiera cuando yo me concentraba en anotar lo que iban diciendo, es más, casi puedo asegurar que no prestó atención a nada de todo lo que dijeron.
-Estás muy disperso hoy -le digo cuando vamos camino a la entrada principal del edificio para acompañar a los señores.
-Y eso no suele ocurrirme muy seguido -sonríe pasando su brazo alrededor de mi cintura.
Nos despedimos de ellos y volvemos a nuestros lugares.
Samuel pasa temprano y recoge a Tara que no para de sonreír por el dulce gesto de su, ahora, novio.
Es increíble lo rápido que pueden suceder las cosas.
De vuelta en el apartamento, nos espera una mesa arreglada con flores y velas en el jardín. Y por supuesto una deliciosa cena.
-¿Qué es esto? -pregunto maravillada.
-Nuestra cena, desde luego -sonríe Daniel-. Ven, sentémonos.
No puedo evitar sentirme acosada por su intensa mirada, pero no es del todo incómoda.
-Le dijiste a mis padres que el campo ahora es uno de tus lugares favoritos -asiente-, así que tengo curiosidad ¿Cuál es tu lugar favorito?
-Entre tus piernas -contesta sin titubear-, pero eso tendrá que esperar hasta después del postre.
¡Oh por Dios!
Bueno, al menos fue sincero.
Al día siguiente, las cosas en el trabajo son un poco mas relajadas. No hay tantas llamadas y casi todo el trabajo duro quedó realizado el día de ayer, así que hoy sólo tengo que redactar un par de documentos, pedir unas cuantas firmas y listo.
Tara tiene un mejor aspecto el día de hoy, parece que Samuel ayer hizo bien su trabajo.
-Voy por un café, ¿Quieres que te traiga algo? -me pregunta mientras se pone de pie y se acomoda su vestido.
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Nuevo Trabajo... Mismo Jefe
RomanceMelody Smith reinicia su vida como empleada en una fundación caritativa. Hace nuevos amigos y al mismo tiempo deja varios corazones rotos, pero no se encuentra psicológicamente estable como para iniciar una nueva relación. Sólo intenta concentrarse...