-¡Maldición! Daniel apartate -intento empujar a Daniel para que se quite de encima mío.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque viene mi hermana, ¡muévete!
Me levanto y busco su camisa a toda prisa y se la tiro para que se la ponga. Acomodo un poco mi cabello con mis dedos e intento parecer normal sentada sobre la cama cuando mi hermana aparece por la puerta.
-Mel, ¿Podrías bajar? Quiero que conozcas a alguien.
-Claro, en seguida bajamos -sonrío asientiendo.
Nos estudia a ambos y antes de irse, Sara apunta y da toquecitos con sus dedos en sus labios, entonces toco los míos y me observo en el espejo del mueble de la habitación para darme cuenta de que no solo están muy rojos sino, demasiado hinchados.
-Esto es una desgracia -murmuro.
No puedo bajar en este estado y no se que hacer para quitármelo.
-No, no lo es, ve esto por el lado divertido -se encoje de hombros mientras camina y se detiene detrás mío en el espejo.
-No puedo, tengo la boca como un tomate -está un poco bastante mal.
-Eso me da una idea.
Camina hacia la maleta y saca de ella un labial transparente, vuelve y lo coloca frente a mi.
-Ponte de esto, tal vez así no se note tanto.
-Gracias -respondo tomando el labial.
Lo destapo y me doy cuenta de que no es del todo un labial transparente, sino que es de un color rosa pálido y cuando lo aplico a mis labios, lo rojo desaparece y quedan casi normales, excepto por la hinchazón pero en cualquier momento se pasará.
-Se ven estupendos, está mucho mejor.
-Te lo dije -pasa sus brazos alrededor de mi cintura desde la espalda y empieza a pasar su nariz por mi cuello.
-No no, Daniel. Tenemos que ir a la sala -me separo de él aunque no me gusta la idea.
-Tienes razón -asiente-, pero vamos a terminar lo que acaban de interrumpir.
-Ya veremos -me encojo de hombros para tratar de quitarle interés pero en el fondo sólo tengo ganas de ponerle el pestillo a la puerta y quedarnos aquí todo el resto de la tarde.
Al llegar a la sala, veo a un hombre de pie hablando con mi madre y sujetando la mano de Sara.
-Nos daría mucho gusto que te quedaras, mi otra hija está aquí y también se va a quedar.
-Gracias pero no me gustaría molest...
-¡Mel! -exclama mi hermana cuando me ve al pie de la escalera- Este es Frank.
Frank... Frank... ¿Por qué me suena? ¡Ah! Ya recuerdo, es el chico del que Sara me habló uno de esos días que hablamos por teléfono y estaba muy eléctrica.
-Tu debes ser Melody, Sara me ha hablado mucho de ti -él extiende su mano hacia mi-. Es un placer.
-Igualmente -medio sonrío y le estrecho la mano.
-Tiene unas hijas muy hermosas, señora Smith -Frank me estudia de pies a cabeza con una estúpida sonrisa en su rostro.
-Ya lo creo -interrumpe Daniel bajando las escaleras.
-Muchas gracias, muchachos -mi madre se apena un poco pero en realidad nosotros cuatro estamos en otra situación.
-Disculpa, ¿Y tu eres...? -¿Y este quién se creyó?
ESTÁS LEYENDO
Nuevo Trabajo... Mismo Jefe
DragosteMelody Smith reinicia su vida como empleada en una fundación caritativa. Hace nuevos amigos y al mismo tiempo deja varios corazones rotos, pero no se encuentra psicológicamente estable como para iniciar una nueva relación. Sólo intenta concentrarse...