1. La gran confusión

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"La gran confusión"

Abrí mis ojos cuando escuché el despertador sonar. No recordaba haber puesto el despertador ni recordaba que sonara así la última vez que lo había usado. Es más, desde que me había convertido en vampiro no había usado un despertador, el tiempo para nosotros era eterno y no podíamos dormir.

Sin embargo, me sentía como si hubiera dormido toda la noche, como si hubiera descansado y me sentía muy, muy bien. Me quité  las sabanas de encima y me estiré. La temperatura de mi habitación era normal. Me senté en la cama y mire a mí alrededor.

Y me paralicé. ¿Qué hacía en mi antigua habitación, mi habitación en mi casa original, donde vivía con mis padres biológicos y mi hermana Sophie cuando aún era humana ? ¿Por qué y cómo era posible que la habitación se encontrara exactamente igual después de tantos años?

No entendía que estaba sucediendo, y tampoco como era posible que mi cuerpo se moviera tan normalmente como si no estuviera en pleno estado de shock. Me dirigí al baño y me deshice de mi ropa de dormir para luego meterme en la ducha.

Mi mente no dejaba de pensar, de darle vueltas al asunto, de intentar encontrar una explicación a aquella situación. Pero era imposible encontrar algo coherente. Tampoco era que me sorprendiera no encontrarlo porque hay había pasado varias cosas.

Había sido transformada en vampiro, un ser mitológico o de ficción que chupa sangre de otros seres vivos para poder vivir, según lo que han escrito varios humanos en internet. La verdad es que somos seres reales y el resto de la explicación es real (excepto lo de los reflejos). El punto es que, siendo humana no creía en esas cosas, hasta que me convertí en una, quedando en mi cuerpo de diecisiete años para siempre.

Unos siete años más tarde, encontré la Luz Roja y supe que era la portadora de esta, lo que me hizo la vampiro más poderosa de todos, prácticamente invencible. Años después (bastantes) convertí a mi hija adoptiva, Ginger, en vampiro, transformándola también en mi peor enemiga: La Oscura, quien tenía el único objetivo de matarme y me hizo la vida imposible desde aquel momento. Tuve que buscar una alternativa y lo único que encontré fue terminando con su vida.

Ya ha pasado un año y medio de ello, y aún sigo sintiéndome sumamente culpable a pesar de que Harry y los demás me han perdonado. Supongo que aún me falta perdonarme a mi misma.

Mi cuerpo seguía moviéndose, como si nada, tomando un cepillo de cabello y comenzando a peinar el mojado enredo que tenía en la cabeza. Y al verme, noté que mi cuerpo no era el mismo. Parecía mas chica, mas pequeña.

Minutos después me encontraba en mi habitación nuevamente, vestida con ropa que solía usar cuando tenía unos quince años, cosas que jamas volvería a usar y no entendía porque las estaba usando. Me encontraba parada frente a mi antiguo escritorio armando la mochila para el colegio, cuando mis ojos se alzaron y miraron un calendario.

No quería creer lo que veía. Aquel calendario decía que era el año 2005.

Escuché un ruido fuera de mi habitación pero mi cuerpo no se alertó como lo hizo mi mente. Quería correr escaleras abajo y ver quien era, si mis padres estaban allí, si Sophie estaba allí. Pero a pesar de que intentaba con todas mis fuerzas mover mi cuerpo, me era imposible siquiera pestañear.

Luego de un buen rato, mi cuerpo se decidió a colgarse la mochila al hombro y salir directa a la cocina de la casa. Allí, para mi sorpresa, se encontraban mis padres y mi hermana pequeña, Sophie, desayunando.

Tenía unas ganas  tremendas de correr hasta ellos, abrazarlos con todas mis fuerzas. Había tenido que separarme de ellos a mis diecisiete años y había visto envejecer a mi hermana y morir mientras yo seguía exactamente igual. Pero una vez más, mi cuerpo no reaccionó ante mis sentimientos y pensamientos. Era como si actuara por inercia, como si otra persona lo estuviera controlando, no yo. 

Red Light 3: Coming BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora