Capitulo 20

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- La última vez que te toqué así, te estaba poniendo un trozo de hielo en el ojo, donde te había dado la pelota de béisbol.

_____ apenas podía distinguir su sonrisa en la penumbra.

- No me tocaste así -murmuró.

- ¡Claro que sí!

Martijn deslizó la mano hasta su barbilla y la atrajo más hacia sí.

- No, eras más áspero. Estabas enfadado conmigo.

- No, estaba enfadado conmigo mismo. Yo fui el que tiró esa pelota.

- Y yo la que la rebotó.

- Hum. Tu boca está muy sexy cuando dices rebotó.

- Si ni siquiera puedes verme la boca.

- Sí puedo. Queda un poco de luz y por eso te he ladeado la cabeza. Para poder verte la boca. Di la palabra de nuevo.

- Estás loco.

- Sí -la atrajo aún más-. Di la palabra para mí, _____.

- Rebotó.

- Otra vez.

- Rebotó.

Sus labios rozaron los de ella y en ese instante, _____ supo que el mundo que había conocido había dejado de existir. Porque ahora estaba besando de verdad a Martijn y nada volvería a ser lo mismo.

_____ había sido la fruta prohibida tanto tiempo que cuando Martijn posó los labios sobre los de ella, casi esperaba que un relámpago rasgara el cielo. En vez de eso, sus labios aterciopelados lo recibieron de una forma tan completa, que lo echó para atrás con el corazón desbocado. Maldición, aquello iba a estar muy bien. Demasiado bien. Un hombre podría perderse con un beso así.

- ¿Martijn? -susurró ella-: ¿Pasa algo?

Con un gemido, él volvió a su boca concentrándose en el beso y al diablo con las consecuencias. Pero tenía la inquietante sensación de que aquello le costaría más de lo que nunca hubiera imaginado.

Porque su boca encajó en la de él a la perfección. No tuvo que pensar en que estaba besando a _____, porque fue tan sencillo como respirar. Ella se abrió a él como si lo hubieran estado haciendo durante años. Y él aceptó su invitación sin vacilar, paladeando su sabor, su calor y su deseo.

La alegría lo embargó cuando ella respondió apretándose más contra él y gimiendo con suavidad mientras le hacía el amor a sus labios. Martijn pensó en los años que había perdido. Pero allí la tenía ahora, viva y cálida en sus brazos y dispuesta...

Muy dispuesta. Cuando se amoldó contra él, Martijn pudo sentir sus pezones, erectos y excitados, contra su pecho. Su propia erección le tensaba los pantalones. Si no paraba enseguida, violaría los términos del acuerdo de esa noche y le haría el amor allí misma en el suelo del desierto.

Con gran esfuerzo, se apartó con la respiración jadeante. El sol ya había caído y apenas podía ver la cara de _____. Le hubiera gustado poder ver el deseo dibujado en su cara, pero quizá fuera mejor así.

- Me ha... gustado eso -susurró ella con la respiración tan jadeante como la de él.

- Sí -le frotó la espalda mientras las chicharras empezaban su canto-. A mí también.

_____ enroscó los brazos alrededor de su cuello y se apoyó contra él.

- ¡Estás excitado de nuevo! Lo noto en tu voz.

- Cualquier hombre se excitaría si lo besaras así.

- ¿He sido demasiado... desinhibida? -Preguntó ella preocupada

- Dios, no. Has estado estupenda.

- Me lo preguntaba porque normalmente no me excito tanto...

A Martijn le encantó oír aquello.

- ¿De verdad?

- No me suele pasar la primera vez que beso a alguien. Eres... hum... muy bueno en este asunto de besar. Supongo que será la práctica lo que te da la técnica.

- Eso no ha sido técnica -le encantaba deslizar los dedos por su pelo-. Ha sido... no lo sé. Me has inspirado, supongo.

- ¡Oh! -exclamó ella con satisfacción.

Martijn empezó a desear besarla de nuevo y, aunque sabía que no llegarían hasta el final, su entusiasmo por el siguiente paso no decayó.

- ¿Lista para subir a la parte trasera?



Placer & Obsesión || Martin Garrix -Terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora