Capitulo 40

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Forcejeó con ella tocándola y besándola donde podía mientras intentaba quitarle el envoltorio.

- Lo hago muy bien, Mart. Déjame hacerlo.

El forcejeo le puso más al límite.

- Si no paras de luchar y no me devuelves ese preservativo, voy a atarte a los postes de la cama -advirtió con una sonrisa.

- No me importaría -tenía la respiración tan jadeante como la de él-. Los libros dicen que es excitante. ¿Lo has probado alguna vez?

- No -bajó la vista hacia ella con el pulso acelerado al imaginarla con las piernas abiertas atada sobre las sábanas de satén. Apenas podía respirar-. Hablaba en broma.

- Pues yo no. Y me parecería el momento perfecto para usar esos guantes.

Martijn la miró a los ojos y vio el fuego en ellos.

- ¿Me dejarías hacerlo?

- Te dejaría hacerlo porque confío en ti, Martijn. Y sé que tú me dejarías hacer lo mismo. Sería excitante.

- ¡Oh, _____!

Martijn estaba temblando como un potro recién nacido al imaginarse a _____ atándolo y... experimentando con él todo lo que había leído en los libros.

- Échate. Déjame ponerte el preservativo.

- De acuerdo -lo estaba volviendo loco de deseo de rendirse ante ella para que lo introdujera en una sensualidad nueva y fascinante. Se recostó contra las almohadas-. Pero no juguetees.

- No te preocupes. Entiendo tu problema.

- ¡Yo no tengo ningún problema! Cualquier tipo en mi situación tendría que hacer un esfuerzo por mantenerse entero.

- Entonces, ¿te lo has pasado bien hasta ahora?

- No tienes que preguntármelo. Yo... -casi se atragantó cuando _____ se inclinó y le lamió la punta del pene-. ¡_____!

Ella alzó la cabeza y le sonrió.

- Lubricación -entonces enrolló el preservativo con experiencia en menos tiempo del que lo hubiera podido hacer el mismo-. Ya está.

A pesar de su velocidad, el contacto le hizo lanzar un gemido.

- ¿No lo he hecho muy bien?

- Desde luego.

- ¿Quieres que me ponga yo encima? He visto fotografías de como...

- No -la agarró y la volvió echándola contra el colchón. Entonces alcanzó los ligeros y los desabrochó-. Y es hora de deshacerse de esto.

Ella lo miró con la respiración jadeante y entreabrió los labios de anticipación.

- Lo que tú quieras.

- A veces un hombre tiene que ponerse al mando.

Martijn deslizó cada una de las medias por sus muslos y se las quitó. Entonces, le tocó el turno al liguero y a lo que quedaba de las braguitas.

_____ se sonrojó allí desnuda bajo su mirada.

- ¿Ahora lo apruebas? ¿Estoy lista?

Él estaba tan desbordado por la imagen de ella sólo con la cadena de margaritas y la perla que apenas podía hablar.

- Eres perfecta -dijo con voz tensa-. Y debería dejarte que te pusieras encima y dirigieras el ritmo ya que no lo has hecho nunca antes, pero... no me apetece hacerlo.

Su pregunta fue seductora.

- ¿Por qué no?

- Porque me sentiría... secundario.

- ¿Cómo si te utilizara?

Más o menos.

- A mí tampoco me gustaría eso.

- Gracias -le apretó los senos disfrutando de su suavidad antes de frotarle los pezones hasta convertirlos en duras crestas oscuras-. Tendré cuidado.

- Ya lo sé -cerró los ojos y se arqueó bajo su caricia-.Podría hacerme adicta a tus caricias.

Él se detuvo sin saber qué decir.

- Tenemos todo el verano.

Placer & Obsesión || Martin Garrix -Terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora