Forcejeó con ella tocándola y besándola donde podía mientras intentaba quitarle el envoltorio.
- Lo hago muy bien, Mart. Déjame hacerlo.El forcejeo le puso más al límite.
- Si no paras de luchar y no me devuelves ese preservativo, voy a atarte a los postes de la cama -advirtió con una sonrisa.
- No me importaría -tenía la respiración tan jadeante como la de él-. Los libros dicen que es excitante. ¿Lo has probado alguna vez?
- No -bajó la vista hacia ella con el pulso acelerado al imaginarla con las piernas abiertas atada sobre las sábanas de satén. Apenas podía respirar-. Hablaba en broma.
- Pues yo no. Y me parecería el momento perfecto para usar esos guantes.
Martijn la miró a los ojos y vio el fuego en ellos.
- ¿Me dejarías hacerlo?
- Te dejaría hacerlo porque confío en ti, Martijn. Y sé que tú me dejarías hacer lo mismo. Sería excitante.
- ¡Oh, _____!
Martijn estaba temblando como un potro recién nacido al imaginarse a _____ atándolo y... experimentando con él todo lo que había leído en los libros.
- Échate. Déjame ponerte el preservativo.
- De acuerdo -lo estaba volviendo loco de deseo de rendirse ante ella para que lo introdujera en una sensualidad nueva y fascinante. Se recostó contra las almohadas-. Pero no juguetees.
- No te preocupes. Entiendo tu problema.
- ¡Yo no tengo ningún problema! Cualquier tipo en mi situación tendría que hacer un esfuerzo por mantenerse entero.
- Entonces, ¿te lo has pasado bien hasta ahora?
- No tienes que preguntármelo. Yo... -casi se atragantó cuando _____ se inclinó y le lamió la punta del pene-. ¡_____!
Ella alzó la cabeza y le sonrió.
- Lubricación -entonces enrolló el preservativo con experiencia en menos tiempo del que lo hubiera podido hacer el mismo-. Ya está.
A pesar de su velocidad, el contacto le hizo lanzar un gemido.
- ¿No lo he hecho muy bien?
- Desde luego.
- ¿Quieres que me ponga yo encima? He visto fotografías de como...
- No -la agarró y la volvió echándola contra el colchón. Entonces alcanzó los ligeros y los desabrochó-. Y es hora de deshacerse de esto.
Ella lo miró con la respiración jadeante y entreabrió los labios de anticipación.
- Lo que tú quieras.
- A veces un hombre tiene que ponerse al mando.
Martijn deslizó cada una de las medias por sus muslos y se las quitó. Entonces, le tocó el turno al liguero y a lo que quedaba de las braguitas.
_____ se sonrojó allí desnuda bajo su mirada.
- ¿Ahora lo apruebas? ¿Estoy lista?
Él estaba tan desbordado por la imagen de ella sólo con la cadena de margaritas y la perla que apenas podía hablar.
- Eres perfecta -dijo con voz tensa-. Y debería dejarte que te pusieras encima y dirigieras el ritmo ya que no lo has hecho nunca antes, pero... no me apetece hacerlo.
Su pregunta fue seductora.
- ¿Por qué no?
- Porque me sentiría... secundario.
- ¿Cómo si te utilizara?
Más o menos.
- A mí tampoco me gustaría eso.
- Gracias -le apretó los senos disfrutando de su suavidad antes de frotarle los pezones hasta convertirlos en duras crestas oscuras-. Tendré cuidado.
- Ya lo sé -cerró los ojos y se arqueó bajo su caricia-.Podría hacerme adicta a tus caricias.
Él se detuvo sin saber qué decir.
- Tenemos todo el verano.