Ella se cuadró de hombros.
- Me da igual que lo creas o no. Es la verdad.
- Déjame aclarar esto -intervino Dozer-. Por una parte, tenemos a un tipo que ha estado haciendo de Romeo por toda la comarca desde que tenía quince años y por otra a una chica que ha vivido como una monja hasta los veintiséis años. ¿Qué...?
- ¡Yo no he vivido como una monja por gusto! ¡Ustedes espantaron a todos mis pretendientes!
- ¡Eran todos terribles! -aseguró Rhino.
- La historia aquí es que, considerando que ella no tenía ninguna experiencia en esto, ¿quién se supone que controlaba la situación?
- ¡Yo la controlaba!
- Muy improbable -Dozer avanzó de nuevo hacia Martijn-. Y me muero de ganas de dar un par de puñetazos.
- Me parece un buen plan -lo secundó Hammer.
- Podríamos acabar con esto de una vez! -intervino Rhino.
_____ empezó a desesperarse. No podía dejar que sus hermanos pegaran al hombre que amaba. Bajó la voz para lanzar su ultimátum.
- Si hacen eso, olvídense de mí para siempre.
Todos se volvieron con expresión de incredulidad.
- Lo digo en serio. Ningún hermano mío va a colgar a un hombre inocente. Y Martijn es inocente.
- ¡Ja! -exclamó Dozer.
Rhino se frotó la mandíbula y la miró.
- ¿Significa tanto él para ti, _____?
Atrapada. No había respuesta salvo la verdad. Lágrimas de frustración le empañaron los ojos.
- ¡Sí, maldita sea!
Rhino asintió.
- Entonces quizá deberías quedarte en casa y casarte con él en vez de irte a Nueva York.
«Pero él no quiere», se moría ella por decir. Pero en vez de hacerlo, se tragó el nudo que tenía en la garganta y mintió:
- El hecho de que alguien te importe y no quieras que le hagan daño no quiere decir que estés dispuesta a abandonar tu sueño.
Rhino la estudió un poco más.
- Bueno, supongo que eso lo deja todo aclarado. No podemos pegar a Martijn y hacer llorar a nuestra hermana, ¿verdad?
- No pienso llorar. Simplemente no volvería a hablarles en la vida.
Tim frunció el ceño y se acercó a apoyar una mano sobre su hombro.
- Pues pareces a punto de librar.
_____ lo miró con los ojos empañados.
- Pues no lo haré.
- Tenemos otra cosa en qué pensar -dijo Hammer-. ¿Va a salir esta información de esta habitación?
- No -Rhino clavó la mirada en cada uno de sus hermanos con mirada intensa-. Nadie va a contar nada. Ni siquiera a nuestras mujeres, ¿entendido?
Todo el mundo asintió.
_____ los miró con el pecho oprimido. Quería que aquella escena acabara de una vez.
- ¿No tienen una partida de dardos pendiente?
Hubo un momento de silencio. Por fin, Rhino lo rompió.
- Supongo que sí. Vamos, Martijn.
- Creo que pasaré, gracias.
- ¡Y un cuerno que vas a pasar! -Hammer lo agarró del brazo.
- No pensarás que vamos a dejarte aquí, ¿verdad? -intervino Dozer, agarrándolo del otro.
- Lo dejaré más claro -dijo Rhino-. A menos que _____ cambie de idea y decida casarse contigo, no quiero verte por esta casa de nuevo. Puede que nos hayas engañado todo el verano, pero los hermanos Lambert están de vuelta a su trabajo. Ahora vamos a jugar a los dardos.
_____ contempló con pesadumbre cómo escoltaban a Martijn fuera de la casa.
- Lo que he dicho lo he dicho en serio -dijo _____ cuando Dozer le pidió las llaves a Martijn para conducir su furgoneta-. Si le ponen una mano encima y lo averiguo, lo van a pagar.
- No le haremos daño, _____ -prometió Rhino antes de subir a su furgoneta-. Simplemente, no le dejaremos poner los pies en tu casa de nuevo.