El bar estaba casi desierto entre semana, pero había un cliente que le hito a Martijn desear darse la vuelta. Por desgracia, Dozer Lambert lo vio antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo.
- ¡Eh, Gran Martijn! -lo llamó desde su taburete-. Ven y déjame invitarte a una fría.
Martijn se acercó y miró a su alrededor.
- ¿Dónde está Cindy?
- En casa -Dozer se pasó la mano gordezuela por el pelo pelirrojo-. Esperando a que me calme.
Martijn se sentó junto a Dozer deseando poder tener más espacio. Tenía la ropa impregnada del perfume de _____ y sólo esperaba que su hermano no lo reconociera.
- ¿No deberías estar con ella si haban peleado?.
Dozer sonrió.
- Cuando peleamos, soy yo el único que se disgusta. Cindy es más fría que un pepino -los ojos azules le destellaron-. ¿Una cita ardiente esta noche?
- ¿Por qué lo dices?
- Pareces satisfecho. Como si hubieras ido a aparcar por ahí.
- Pudiera ser.
Dozer sonrió y dio un sorbo a su cerveza.
- ¿Así que decidiste seguir mi sugerencia y has salido con Jenny?
- No.
Martijn dio un largo trago para evitar explicar más.
- ¿Babs?
- Para nada.
- ¿Alguna nueva?
- Podría decirse que sí.
- Pero no piensas hablar, ¿eh Martijn?
- No, Dozer. No pienso hacerlo. No quiero que me deis la lata acerca de cuando voy a sentar cabeza y esas cosas.
- La verdad es que aparte de todas las bromas del otro día acerca de Jenny y Babs, entiendo por qué no has acabado con ninguna de ellas. Y eso que Jenny tiene unos pechos...
Martijn no quería pensar en los senos de una mujer.
- ¿Adónde quieres llegar?
- Que tú eres un hombre inteligente. Necesitas a una mujer con cerebro y nunca hubieras durado con Babs o con Jenny. Al cabo de un mes te hubieran aburrido.
- Eso mismo creo yo.
- ¿Entonces, esta nueva chica es inteligente?
- Sí, lo es.
Dozer asintió.
- ¿Y ya has marcado gol?
Martijn parpadeó. La tarde que había pasado con _____ no tenía nada que ver con aquella expresión. Intentó imaginarse la respuesta de Dozer si supiera que estaba hablando de su hermana.
- Supongo que no -prosiguió Dozer-. Si no, ya hubieras sonreído cuando te lo he preguntado -dejó el dinero en la barra y le dio una palmada a Martijn en el hombro-. Buena suerte con ella, amigo. Te mereces encontrar a una dama encantadora. Quizá sea ésta.