Capitulo 31

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_____ no quería enfrentarse a aquel hecho todavía.

- Supongo que tendremos que usar el teléfono. Bueno, Hazel, será mejor que te deje ir a preparar la cena.

- Sí, supongo -Hazel no parecía querer captar la indirecta-. ¿Cómo estaba Phoenix?

- Hacía mucho calor.

- Ya me imagino. Estas noches ha hecho tanto calor que apenas he podido dormir.

«Lo que significa que Martijn y yo tendremos que cerrar las persianas a cal y canto», pensó _____.

- A mí me ha pasado lo mismo. Bueno, Hazel. Gracias de nuevo por guardarme las flores.

- De nada -dijo su vecina mientras se dirigía al camino de hierba que separaba las dos casas.

_____ recogió las flores y entró en la casa. El teléfono sonó en cuanto posó el jarrón en la mesita. Rodeó el sofá y descolgó el inalámbrico.

- ¿Hola?

- ¿Dónde has estado? -preguntó Martijn-. Es la sexta vez que te llamo hoy y siempre ha salido el contestador.

El sonido de su voz le endureció los pezones. Martijn nunca la había afectado así antes, pero todo había cambiado.

- He estado en Phoenix.

- ¿Ah, sí? ¿Comprando más libros?

- Esta vez no. Este viaje ha sido por otras cosas.

- ¿Algo que ver con... el sábado por la noche?

- Pues la verdad es que sí.

- ¿Qué has comprado?

_____ sonrió.

- Oh, algo muy, muy breve.

- ¿De verdad? -el timbre de su voz cambió-. ¿Puedes describírmelo?

- Preferiría sorprenderte. Usa la imaginación.

- Ése ha sido mi problema hoy. Parece que no puedo usar otra cosa que la imaginación. He estado tan distraído, que mi padre me ha preguntado si me he tomado una sobredosis de medicina para la alergia. Y eso que sabe que no soy alérgico.

- Así que has estado pensando en mí.

El cuerpo le reaccionó humedeciéndose y palpitando como si él estuviera a su lado.

- No he dejado de pensar en ese vestido tuyo de margaritas y... en todo lo que pasó anoche.

- Yo tampoco -acarició los pétalos del arreglo floral-. Pero me ha costado bastante explicar lo del ramo a mi vecina.

Su carcajada fue grave y sensual.

- Supongo que te inventarías una buena historia, ¿a que sí?

- Le dije que eran de mi futura directora de Nueva York.

Martijn bajó la voz con tono suave y seductor.

- Me gustaría estar a tu lado.

- A mí también.

- ¿Qué llevas puesto?

- Una blusa sin mangas y unos pantalones cortos -entonces recordó escenarios de sus lecturas y tuvo la necesidad de experimentar su poder recién descubierto-. Pero hace mucho calor, Martin -agarró el jarrón de flores-. Creo que iré a la habitación y me quitaré la blusa.

- ¿Ahora?

- Sí, a menos que quieras que cuelgue.

- No, no quiero que cuelgues. Puede que no tenga oportunidad de volverte a llamar hoy. Pero, _____...

- Sólo con desabrocharme los botones me sentiré mejor.

Ya en la habitación, dejó el jarrón y empezó a desabrocharse la blusa.

- ¡Ah! Puedo sentir un poco la brisa del aire acondicionado en mi piel desnuda. De paso, ¿has encontrado buenos sementales?

- No... Sí... Puede ser. ¿Te has quitado la blusa ya?

Placer & Obsesión || Martin Garrix -Terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora