_____ estaba buscando cualquier distracción para pasar el tiempo hasta el jueves por la noche. Cuando la mujer de Hammer, Deena, la llamó el martes por la mañana para sugerirle ir con todos los niños a la piscina, se apuntó encantada.
Deena, una morena pecosa que había sido una de las mejores amigas de _____ en secundaria, trabajaba de maestra. Tenía los veranos libres, situación que pensaba mantener hasta que sus hijos, Jason, de cinco años y Kimberly, de cuatro, fueran algo mayores. Joan llevó a Sarah y a Joe y Cindy encontró a una sustituta para que le cambiara el turno en la tienda de recambios donde trabajaba. La única que no pudo organizarlo fue la recién casada Suzie.
- ¿Y sabéis que es la que está mejor en traje baño? -comentó Deena cuando las mujeres instalaron en una esquina del área de césped con las mecedoras y una nevera con sándwiches y zumos.
- Bueno, no sé si Suzie ganaría la competición en traje de baño, pero _____ está impresionante con ese traje de baño rojo.
_____ se miró a sí misma un poco avergonzada.
- ¡Pero si soy la misma de siempre!
- Quizá -dijo Deena mientras le ponía crema a Jason-. Pero tienes un aspecto estupendo. ¿Estás haciendo ejercicio?
- No.
_____ sólo esperaba no estar sonrojándose. Seguramente no podía notársele el haber dejado de ser virgen. Por dentro, se sentía una mujer diferente, pero debía estar exactamente igual. Martijn tampoco podía hacer milagros.
- Tienen razón -apoyó Cindy-. Tienes como un cierto brillo -se rió-. La gente dice que les pasa a las embarazadas y yo sigo esperándolo. Lo único que yo me siento es más gorda.
- Creo que son sólo imaginaciones suyas -dijo _____ deseando cambiar de tema-. ¡Vamos, niños! ¿Quién está listo para bañarse?
Un coro de gritos la contestó.
_____ había ayudado a todos a aprender a nadar y al mirarlos ahora con las caritas sonrientes sintió una punzada de pesar. Crecerían tan aprisa mientras ella estuviera fuera... Debía recordar y atesorar días como aquél en vez de considerarlos un tiempo muerto mientras esperaba a Martijn.
- ¡El último es un huevo podrido! -gritó antes de lanzarse al agua.
Al cabo de tres horas, las mujeres decidieron que el final perfecto sería ir a tomar un helado al Creaithy Cone. _____ se puso los pantalones cortos y las sandalias, se pasó los dedos por el pelo y decidió no ponerse camiseta. En verano, la mayoría de los clientes del Creamy Cone iban vestidos así.
- Llévame, tía _____ -dijo Kimberly al llegar.
_____ la ayudó a bajar de la furgoneta de Joan y se la apoyó en la cadera.
- ¡Eh, mira! -gritó Joe, el hijo de Joan de seis años-. ¡Es tío Martin!
Tío Martin. Por supuesto, los niños siempre lo habían considerado de la familia, pero ese día, después de oírse llamar tía _____ durante horas, le pareció que sonaba diferente. Tía _____ y tío Martin.
La idea la sacudió con fuerza. No podía tener aquella fantasía, aunque fuera inconsciente. Y si era así, tendría que olvidarla en el acto. Martijn sólo la estaba ayudando a solucionar un problema y, aunque lo estuvieran pasando muy bien en el proceso, no creía que a él se le hubiera ocurrido una relación de aquel tipo con ella o ya se lo habría dicho antes. No, definitivamente, Martijn no podía tener sueños de felices para siempre con ella, pensó al verlo bajar de la furgoneta.
- ¡Eh, tío Martin! -lo llamó Sarah mientras se lanzaba a la carrera hacia el aparcamiento.
- ¡Sarah! -gritó Joan al ver un coche entrar con rapidez sin haber visto a la niña.
Peroro Sarah ya estaba a un cuerpo por delante de su madre.
Sin soltar a Kimberly, _____ se lanzó a correr también aunque sabía que ni ella ni Joan llegarían a tiempo
En el último minuto, cuando _____ estaba demasiado horrorizada hasta para fritar, Martijn se interpuso en el camino del coche, agarró a la niña y la apartó.El conductor, un adolescente, apretó los frenos y saltó del coche.
- ¡Oh, Dios mío! No la había visto.
Martijn apretó a la sollozante Sarah en sus brazos. Tenía la respiración jadeante.
- Eso me pareció -miró a la niña-. ¿Estás bien, cariño?
La voz de la niña salió ahogada contra su camisa.
- Creo... que si...
- iSarah! -Joan llegó hasta ellos y pasó un brazo por los hombros de su hija-. ¿Te has hecho daño? ¿Te duele algo?
- No... no.
La niña estaba al borde de las lágrimas.
Joan suspiró de alivio justo cuando Cindy y Deena
llegaron a su lado y la abrazaron. Todo el mundo empezó a hablar a la vez mientras que Joan inspiraba para calmarse y recuperar el color