Capítulo 3: "Recuerdos parte 1"

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Desde hace tiempo me casé con Darío, se veía que era un hombre simpático, seguro de sí mismo, cariñoso y estable a pesar de que no teníamos mucho, el buscaba la manera de salir adelante y eso a mí me hacía sentir segura, éramos jóvenes y no mediamos con mucha planeación nuestro futuro pero sé que conseguiríamos la manera de afrontar los obstáculos de nuestra vida y matrimonio con la ayuda de Dios claro. Después de que nos casamos vivíamos en una habitación en la ciudad, a pesar de que estábamos arrimado y no era el hogar que toda persona espera, para mí era suficiente estando con él me sentía dentro de un castillo de un cuento de hadas, ¡Estaba muy enamorada!

En el transcurso de los meses de recién casado algo terrible pasó, el padre de mi esposo falleció, eso nos pegó muy fuerte, él amaba mucho a su padre era su único hijo, su madre que es obviamente mi suegra estaba súper afectada, ella igual no lo podía creer, llevaba cincuenta años de casados casi toda una vida juntos, Darío no quería ver a su madre viviendo sola y menos en sus delicadas condiciones de anciana, el intenta de convencerme para vivir en su casa que es como una quinta, yo por mi parte no me agradaba mucho la idea de vivir con mi suegra porque ya saben cómo son los padres con sus nueras, pero amaba a mi esposo y accedí sin titubeos. Ya entrando en esa casa me sentía más libre porque tenía más espacio y dos hermosos jardines uno al frente y otro atrás, pero a la vez no muy cómoda porque siempre me sentía observada por la señora, pareciera que midiera cada cosa que hago esperando a que me equivoque como si fuera una niña, no se la llevaba muy bien con migo pero qué más da, solo ver el rostro alegre de mi esposo me hacía sentir que valía la pena.

Pasando los meses me fui acostumbrando ya era parte de mi vida las actitudes de mi suegra como ella con migo hasta que por fin una increíble sorpresa nos llegó, ¡estaba embarazada!, aquella notica emociono mucho a Darío - ¡Voy a ser padre!-, comento con alegría, yo me sentía súper especial ahora si seriamos una familia completa. Un niño dijo el doctor cuando lo vio por el eco, mi esposo me tenía sujeta la mano complacido, nunca pensé que siendo niño le agradaría más la idea de tener un hijo, alguien con quien pudiera jugar pelota, videojuegos y cosas de varones, yo por mi parte me era indiferente si sería niño o niña ya que con tenerlo me hacía sentir complacida y feliz.

Ya han pasado 8 meses todo parecía marchar a la perfección, el amor de mi esposo era lo que me mantenía feliz nunca creí llevar una vida tan buena hasta que paso lo que paso, la madre de Darío a raíz de la muerte de su esposo anduvo depresiva, ya poco a poco se aislaba, me esforzaba por prestarle alguna atención o ayuda pero ella se me negaba o no me respondía, no quería hablar con nadie ni con su propio hijo, eso me entristecía ver a mi esposo llorando en la noches por no poder ayudarla como él quisiera, pasaron las semanas y ya faltaba poco para que naciera mi hijo, por alguna razón sin querer ser egoísta nunca llore, me sentía triste claro, pero no lo demostraba, me mantenía fría a pesar de la situación ¿Por qué actuaria así?, nunca lo sabré, no quería demostrar ser débil delante de mi esposo, siempre me tragaba todas las malas emociones fingiendo que todo estaría bien o que me sentiría bien después de la llegada de mi hijo, en esos días quería tener la atención de él como antes pero no me la daba, era frio y distante con migo como si yo fuera la responsable de algo malo, pero qué más da, yo deje de darle también esa atención que nos unía, a veces pensaba que todo es por culpa de esa señora y me irritaba pero luego reflexionaba regañándome a mí misma que no está bien pensar así, ella no tiene la culpa de que su esposo falleciera y de pasar por una situación tan angustiante, pero yo tampoco la tengo y ¡no es justo que mi matrimonio se vea afectada por una señora que no quiere ser ayudada!, siempre quedaba con un nudo en la cabeza cada vez que pensaba sobre mi situación, nunca le conté a mi esposo de lo que yo pensaba ni a él ni a nadie por miedo a que crean algo malo de mí, me sentía sola, tan solo tenía la cálida presencia de mi hijo acompañándome desde mi interior y eso me reconfortaba mucho.

Sin EmocionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora