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-¿Que?

Pregunte sin pensar, tenía los ojos abiertos de par en par, no podía moverme, no era que no me gustase la idea de un...hermano., un hermano de sangre, un verdadero hermano.

Si no que lo único que hacia era pensar en el maldito Conde.

"...deberían intentar meses antes, tal vez te puedas enterar de algo." Eso decía la nota que seguro él me había dejado, y algo en mi interior me indicaba que era esto a lo que se refería, el muy desdichado quería aprovecharse de la situación con mi familia y eso no se lo iba a permitir, una cosa era no poder estar con ellos por su maldita culpa, pero era demasiado que algo les sucediera y yo pudiese estar ahí y todo fuera por mi culpa a causa del Conde.

El Conde había comenzado a jugar bien sus cartas, sabía donde actuar para dañarme, pero no lo lograría, haría todo lo posible para que así fuera y no cumpliera sus propósitos.

-¿Gwen?-Paul se encontraba enfrente de mi, no sabía en que momento había tomado esa posición, estaba tan entretenida en mis pensamientos que, por un momento, olvide donde me encontraba-Te has puesto pálida, oh, por Dios ¿Estas bien?

Asentí y le sonreí aunque mis ojos comenzaban a escocer los ojos, se había preocupado por mi, era una sensación agradable tener un papá así.

-Es genial saber que tendré a un pequeño hermano con el cual venir a jugar-Sonreí y me acerque a Lucy-¿Cuanto tiempo tienes?

-Oh, querida, en estos tiempos es muy difícil saberlo -Soltó una carcajada.

Tenía razón, pero era algo que siempre preguntan en las películas y como no sabía como actuar ante la noticia fue lo primero que vino a mi mente.

-Yo cálculo a lo mucho dos meses, no más-Dijo Paul regresando a su asiento a un lado de Gideon.

Gideon parecía no estar presente, estaba analizando la situación, lo sabía por la forma en que miraba al vacío y el ritmo de sus dedos tocando la parte lateral del sofá. El reloj de Gideon comenzó a sonar avisándonos que era la hora de partir. Nos despedimos de todos mostrando, ambos, una sonrisa tan falsa como todos los cuentos de hadas que me contaban de pequeña.

No hubo más que silencio mientras caminábamos hacia el Temple, o al menos eso creía yo, pero Gideon tenía otros planes, lo note en cuanto llegamos a Hyde Park.

-¿A donde vamos?-Me atreví a preguntar aún siguiéndolo.

Él se detuvo, se giro y por primera vez en mucho tiempo me miró detenidamente a los ojos, con un brillo esmeralda en aquellos ojos que había extrañado desde que nos separamos.

-¿No comprendes? -Me habló de una manera tan brusca que sus ojos verdes se pusieron aún más verdes, pero sin brillo, ese brillo se había apagado, sólo veía unos ojos tan verdes que perduraban sin vida.-¡Esto se esta complicando aún más!-Grito sobresaltándome-El Conde va a lograr sus objetivos y yo no quiero formar parte de esto, no entiendo por que tanto conflicto por un viejo que tiene miedo a la muerte. Esto pronto se nos ira de las manos, pronto no será sólo tu familia la que este en peligro seremos muchos más. Si no me he ido es por que no quiero que esto se agrande aún más.-Término, dio la vuelta y me dejó ahí parada observando como él se iba y me dejaba.

El estaba harto, lo sabía, yo también lo estaba, quería terminar con esto cuanto antes, pero no sabía como. Sin embargo, no puedo negar que odie que dijera aquello, lo entendía pero no podía ignorarme y de un momento a otro explotar contra mi.

Di la vuelta y comencé a caminar al Temple, con suerte y regresaría antes del salto en el tiempo, había comenzado a llover, sólo llevaba dos minutos caminando y ya estaba agotada, y sin importarme la lluvia, me senté en el suelo recargándome de la pared de alguna casa, trataba de recuperar el aliento pero no podía y las lagrimas ya tampoco podía retenerlas, Gideon me había herido con su frialdad y sus palabras, mi vestido comenzaba a verse muy mojado, pero al ver que no aguantaría ponerme en pie y seguir caminando pegue mis rodillas a mi pecho abrazándolas y después hundí mi cabeza entre estas.

DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora