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-Gwen...-Suspiro Xemerius al verme llorar sobre la almohada-Estoy seguro de que Falk y Gideon cumplirán su promesa, es mas yo también te prometo que lo detendremos, él no te hará daño, es más, te prometo que ni siquiera lograra tocar a Gideon.

Lo que Xemerius no sabia es que él ya me estaba haciendo daño, él no sabia que me hacia sentir peor con su promesa, él también podría salir lastimado por el Conde.

-Hay algo que te hará cambiar tus ojos llorosos-Me sonrió haciendo que prestara atención a sus palabras.-Gideon aún te quiere, estoy seguro.

Negué lentamente, si él me quería no era como yo desearía pues él ahora tenia a... a Sophi y por mas que me doliera eso estaba bien, era lo mejor para él, alejarse de mi, olvidarme... tal vez ya lo había hecho. Él ya estaba harto, había dejado en claro que no quería que esto se agrandara y se involucrara a mas personas, lo comprendía y tenia la idea de que el en el fondo me detestaba por ser la causante de todo esto, no lo culpaba.

-No lo creo, ahora tiene a Sophi, le contó todo del él, la quiere a ella, no a mi-Xemerius iba a protestar, pero se lo impedí-Oye, necesito tiempo para pensar, podrías... podrías dejarme sola un momento.

Con mala cara salió de la habitación dejándome sola con la cabeza a punto de explotar.

A eso se refería el visión de Tia Maddy, el Conde me hará pedazos a través de aquel que amo, Gideon poco a poco destruía más y más mi corazón, yo era tan débil que se lo permitía...

Estaba volviéndome loca, esta situación me rebasaba ya no sabía que más hacer, así que tome el ordenador y revise todo lo que existía acerca del Conde, sus aliados, la alianza Florentina... todo lo que tuviera que ver con él, sin embargo no pude encontrar nada que no supiera, solo seguía perdiendo mi tiempo.

El nombre del Conde Saint Germain era una leyenda y claramente abundaban teorías sobre su inmortalidad pero solo eran eso, teorías, y aunque el hombre fue un inmortal nadie había resuelto el misterio de como había obtenido esa gran habilidad, era un hombre demasiado misterioso en aquella época como en la actualidad pues en cada lugar que visitaba era recibido bajo un nombre diferente por lo que era imposible mantenerle el ritmo a sus hallazgos y viajes... La información sobre el mítico Conde de Saint Germain era demasiado vaga como para poder saber más de lo que ya conocía de él.


No supe en que momento me había quedado dormida hasta que Leslie entro gritando que me despertara a lo que yo le respondí que se callara y me dejara dormir un poco mas, no escuche mas gritos de su parte así que creí que me dejaría descansar.

Sentí caer por todo mi cuerpo agua helada provocando que saliera de un salto de la cama que ahora estaba empapada.

-¡¿Qué diablos les sucede?!-Les grite a Raphael y Leslie que soltaban sonoras carcajadas.

Xemerius se había despertado con mi grito y ahora también reía diciendo que no había mejor forma de iniciar el día.

-¿Esta todo bien?-Pregunto preocupado Falk entrando a la habitación seguido de Gideon y Sophi.

Mis mejillas estaban ardiendo, seguro estaba mas que sonrojada por dos cosas:

Uno: Ya se habían acabado las risas y ahora todos me miraban.

Dos: Mi pijama era blanco y yo no dormía con brasier, ¡Se transparentaba demasiado!

-Si no paso nada salgamos todos de aquí, dejemos que Gwendolyn se apresure a arreglar, hay cosas que hacer.

Gracias Falk, has acabado una situación bochornosa.

Gideon fue el primero en salir sin mostrar expresión alguna, Falk lo siguió.

-Mmmm... los veo en el comedor para desayunar.-Dijo un poco incomoda Sophi antes de salir.

Solo quedaron los causantes de aquella situación incomoda, los mire un poco molesta pero mis mejillas sonrosadas no ayudaban a verme seria.

-Gwen... yo... nosotros... no era nuestra intención...-Titubeaba Raphael rascándose la nuca, parecía incomodo, y no era el único, yo también-¡Fue su idea!

-Pero tu accediste fácilmente-Le recrimino mi amiga-Bueno ya, no importa, sirvió para que te despertaras, ahora apúrate-Dijo restando importancia al tema y jalando a Raphael hacia la puerta.

Tome la ropa que usaría ese día y unas toallas para ir a tomar una ducha, aún con todo lo que había pasado quería verme bien por mi, por Gideon... eso me relajo un poco, pero no del todo, esa mañana amanecí con la sensación de que algo malo ocurría y todos mis pensamientos siempre terminaban en Madame Rossini...

Suspire ante mi reflejo en el espejo, tenia unas terribles ojeras, mis ojos estaban rojos, mi cabello no se acomodaba, mis labios se veían muy resecos, era un asco. Trate de maquillarme un poco para opacar todo lo mal que me veía pero mis intentos eran en vano así que solo tome mi cabello en una coleta. Finalmente lista salí de la habitación para ir a desayunar con los demás.

-Hemos preparado Hot Cakes-Me informo Leslie mientras acomodaba la mesa junto con Raphael.

Asentí, seguía pensando en Madame Rossini, me estaba preocupando, sentía un terrible dolor en el pecho como un mal presentimiento, por lo que me dirigí a sentarme en la mesa tratando de que este sentimiento pasara, pero no lo hacia, el dolor era cada vez mas fuerte y una lagrima callo por mi mejilla.

-Gwenny, ¿Estas bien? Te has puesto pálida.-Pregunto Raphael preocupado.

No le respondí, tome profundas respiraciones antes de pararme para salir de la casa y correr hacia el Temple, ignore los gritos de Leslie y Raphael, tenia que asegurarme de que ella estuviese bien, tenia el horrible sentimiento de que algo malo ocurría...

Estaba corriendo y con la respiración agitada, estaba a unos pasos de llegar cuando escuche un disparo que me hizo estremecer, entre corriendo en dirección a la sala de costura, me sorprendió que Mistress Jenkis no estuviera en su lugar de trabajo pero más me sorprendió no encontrar vigilancia como en los días anteriores.

Llegue a la sala de costura y lo que temía había pasando, Madame Rossini estaba tendida en el suelo con una gran mancha de sangre en el pecho, aún estaba consiente y Mistress Jenkis llamaba a la ambulancia mientras la sostenía sobre su regazo, iba a sentarme en el suelo con ellas cuando sentí que tiraban de mi brazo llevándome hacia a fuera del Temple para después subirme a la fuerza a un auto negro que avanzo en cuanto estuve dentro, intente abrir la puerta pero estaba cerrada, entonces escuche su carcajada, él estaba sentado a mi lado...

El Conde Saint Germain.

DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora