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«Sophi, la novia de Gideon »

Era obvio, se preocupó por ella en cuanto la vio, no la quería aquí y esta de más decir el por que, eran novios, Gideon se había enamorado de alguien más, le había perdido.

Sentí como si me aplastaran el corazón, pero también sentí un gran alivio, si Gideon había encontrado el amor en otra parte, no sufriría si yo tuviese que escoger morir para salvarle.

Hice un gran esfuerzo por no llorar y lo logre, trate, con todas mis fuerzas, mostrarle una sonrisa a Sophi.

-Gusto en conocerte -Sus ojos se iluminaron y me sonrió.

«Sophi, la novia de Gideon » Repetía mi subconsciente, yo trataba de ignorarlo, no era el momento para llorar, no teniéndoles enfrente.

Tomó otra toallita y de nuevo comenzó a limpiarme la cara.

-Gideon-Le llamó y yo trague  saliva, no quería escuchar su nombre, no quería escuchar su voz, no quería verlo-¿Crees que podría cambiarse para que este más cómoda y fresca? Esas ropas deben ser una pesadilla o no ¿Gwen?

-Lo son, no entiendo porque antes usaban esto, es increíblemente incómodo.

Gideon solo se retiró sin cambiar la expresión de enfado en su rostro, pronto apareció Míster George quien le indicó dónde es encontraba el salón de Madame Rossini, donde podría ir a cambiarme

Ella quería vestirme y maquillarme para levantarme el ánimo, por que según ella me veía triste y tenía razón, lo estaba pero no pensaba decírselo, Madame Rossini no la dejó y lo hizo ella mientras Sophi admiraba su talento.

«Sophi, la novia de Gideon » Quería sacar esas palabras de mi mente pero no podía, así como tampoco podía quitarme de la mente aquella imagen de todos los que amaba muertos, comenzaba a lamentar no seguir en New York...

Xemerius se había ido, no me dijo a donde, sólo que a su regreso me contraria todo lo sucedido desde que lo mande a con Falk y Gideon hasta nuestro regreso en el tiempo.

Había pasado todo el día con Sophi, era muy buena y amable y al parecer Gideon la quería tanto que le revelo todos los secretos de la Logia, ella transmitía una paz y una confianza que ni siquiera yo hubiera podido ocultarle todo esto. No había vuelto a ver a Gideon, Falk o a Míster George, y el Doctor White había retrasado mi revisión a el día de mañana pues no parecía tener nada grave como les había hecho creer Gideon.

-Gwen-Me llamó Sophi.

Me había traído al jardín del Temple en busca de aire fresco pues al parecer odiaba estar en espacios cerrados.

-¿Si?-Me gire hacia ella, me veía indecisa, pensando en lo que me iba a decir, y después de unos segundo habló.

-Se lo que hubo entre tú y Gideon -«Hubo» esa palabra estaba en tiempo pasado por lo que significaba ya no más, lo peor de todo es que mi habilidad de viajar en el tiempo no podía ayudar para remediarlo, este supuesto gran don era solo una maldición. -No quiero que eso impida que podamos ser amigas.

Asentí y le sonreí, escuchamos como alguien se aclaraba la garganta, Falk se acercó a nosotras derramando autoridad.

-Lamentó interrumpir señoritas pero debemos ir a casa.

-No hay problema, Falk-Le dijo amablemente Sophi, ella también se quedaría en casa de Falk lo que significaba casa llena pues ahora estaríamos ahí Leslie, Sophi, Raphael, Falk, Gideon y yo, antes sólo era Falk el que habitaba ahí y ahora parecía una guardería de jóvenes adultos.

-Falk -Lo llame haciendo que se detuviera y se pusiera frente a mi, mirándome como un padre lo haría, después de todo era hija de su hermano y su futura esposa me había... adoptado, por decirlo así. Era mi tío y pronto mi papá adoptivo.

DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora