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Sentí mis mejillas húmedas, mis vestido mojado, sentí como alguien me tomaba en sus brazos y me cargaba, pero no podía abrir los ojos, escuchaba los ruidos de los autos, de niños jugando, no sabía donde estaba ni a donde me llevaban, no tenía fuerzas para moverme.

No podía dejar de pensar en todo lo que ¿Vi? ¿Soñé?, no se exactamente lo que había pasado, todo estaba borroso, sólo recordaba las palabras del Conde y como morían todos lo que quiero.

Quien me cargaba se subió a un auto conmigo encima acunandome junto a él, lo reconocí en ese momento, era su mismo olor, era él, su corazón latía bajo mi cabeza. Sentí como las lágrimas volvían a caer por mis mejillas y recordé que él también estaba en la lista del Conde y, tal vez, pronto moriría, después de todo las profecías dicen que el será el causante de mi decisión.

-Temple-Dijo Gideon al chófer, al parecer estábamos en un taxi.-Lo más rápido que pueda.

Este aceleró apenas Gideon término de hablar.

No se como estaba consciente de todo, pero por más que intente despertar, o tan sólo abrir los ojos me era imposible y eso me ponía nerviosa.

Llegamos a pocos minutos de haber subido al taxi, Gideon salió de el auto conmigo en brazos con mucho cuidado, le dio un par de indicaciones al taxista y entró conmigo al Temple.

Camino por varios pasillos, no escuchaba a nadie más que a él con la respiración agitada, tal vez no se habían dado cuenta de nuestra presencia.

Entramos a una habitación y me colocó sobre una camilla que no era realmente cómoda, pero no importaba, y no podía quejarme.

Escuche como revolvía metales, abría y cerraba cajones, para luego acercarse a mi.

Levantó uno de mis párpados y pude verlo, estaba pálido y un poco sudado y muy mojado, pero también parecía estar preocupado, llevó una lámpara a alumbrar mis ojos, no me lastimó, seguí observando a Gideon quien comenzaba a tener los ojos llorosos.

Soltó mi párpado y yo seguía incapaz de volverlo a abrir.

Pensé en mi familia, en todos los que habían yacido muertos junto a mis pies, ¿Habrá muerto ya alguien?, la verdad no lo creía, esperaba que no...

No quería que eso pasará, tal vez sería mejor darle lo que tanto desea a el Conde...

-Ni siquiera lo pienses.-Fue como si Gideon hubiese escuchado lo que pensaba-No hay que dejarlo ganar Gwen, desde que te he encontrado ahí tirada en el piso...¡Por Dios! Por un momento creí que te habías dado por vencida-Hizo una pausa, y casi podría jurar que sollozo, lo escuche más cerca y sentí como se sentaba a un lado de mi-Te apoyare en todo lo que haga falta no puedes permitir que...que te venza, tu eres inteligente, poderosa, eres mi...-Callo un momento-Tú puedes vencerlo, podemos vencerlo, él no te quitara a nadie de tu lado ¿Me escuchas? A nadie, ni siquiera a mi.

Y en ese momento ya no supe que más paso, caí completamente inconsciente.


Desperté e intente moverme pero me sentía demasiado adolorida, mi cabeza la sentía demasiado pesada, hubiera preferido seguir dormida.

Estábamos en la Sala de Tratamiento del Doctor White, él no estaba ahí, sólo Gideon que dormía recargado de una mesa no muy lejos de mi.

-Gideon...-Susurre, mi garganta ardía incluso al tragar saliva.

Gideon comenzó a despertar por la luz que se filtraba por la ventana, su vista se giro a mi, y se acerco sin importarle que había tirado la mitad de las cosas que habían en la mesa donde había dormido.

DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora