«Folio veintiséis»

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Cuando era pequeña y mi padre aún no estaba tan jodido por el asma, mi vida pintaba perfectamente.

Cada día, por la razón que fuera, mi padre me regalaba algo. Un pequeño oso de peluche, una pulsera, un juguete nuevo. Premiaba cada cosa que hacía, y ponía el mundo a mis pies.

Pero todo eso fue decayendo junto con él cuando su enfermedad agravó, y el trabajar le causaba sofoque extremo y problemas para respirar con normalidad.

Entonces, los regalos fueron reducidos. Los mimos cesaron.

Pero llegaste tú a mi vida, y con tus detalles, reviviste la niña que había en mí. Tus gestos me recordaron ese tiempo de felicidad que viví, y me volví a sentir protegida. Amada. Querida.

Sin embargo te encargaste de derrumbar nuevamente aquella confianza y amor que reconstruiste en mí. Aquel sentimiento de ser apreciada. De ser la luz de alguien más.

Pasé de ser tu todo a ser tu nada.

A ser nadie.


Notas teñidas de sangre © [Notas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora