Notas teñidas de sangre © [Notas #1]

Tercera parte: «Te odio»

Las cosas marchaban bien. Tú retomaste tu estilo de vida. Volviste a ser el chico del cual me enamoré.

Pero entonces tu juego empezó a descubrirse.

Un día salí más temprano de lo acostumbrado de la universidad. Decidí no llamarte, porque sabía que aún estabas en clase. Caminé hasta la cafetería de siempre, sumida en mis recuerdos de los días en donde uníamos nuestros cuerpos, volviéndonos uno.

Donde me hacías tu mujer.

En el pavimento del otro lado de la calle, frente a la cafetería, distinguí tu silueta. La confusión asaltó mi mente, pero luego una punzada de dolor se instaló en mi pecho. Estabas con alguien más.

Una castaña que destellaba la perfección en su estado natural se encontraba sentada frente a ti. Tú consumías la misma malteada de siempre, mientras ella tomaba una de chocolate.

Odiaba el chocolate.

La odiaba a ella también.

Obligué a mis piernas a reaccionar y a mi mente a salir de su trance, para así avanzar hacia el lugar. Pero volví a flaquear cuando tu mano tomó la de ella por sobre la mesa. Como lo hiciste conmigo la noche que me llevaste a cenar después del parque de atracciones.

La rabia se apoderó de mí, y con pasos decididos entré al lugar. Tus ojos me miraron interrogantes, pero luego sonreíste con calidez.

Eras un sínico.

Me acerqué a ti, y sin decir palabra, estampé mi mano contra tu mejilla. Tu rostro se ensombreció, y la chica junto a ti palideció.

Salí de ahí sin esperar explicación.

Nunca pensaste en qué pasaría conmigo cuando me enterara de tu juego. Nunca pensaste en mis sentimientos al sentirme utilizada. Nunca pensaste en nadie más que en ti, cuando decías quererme.