Segunda parte: «Te amo»

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Después de aquel día en la cabaña, decidimos tratarnos. No quería dejarte el juego tan fácil. Dijiste que me entendías.

¿De verdad lo hacías? ¿me respetabas lo suficiente como para esperar por mí? ¿o tantas eran tus ganas de jugar conmigo que esperar no te era un reto difícil? Son preguntas de las cuales no tengo respuestas, y que no descubriré jamás.

Un día me llevaste a la misma cafetería de siempre y pediste las mismas malteadas. Te noté extraño, pero tras preguntarte dos veces qué te pasaba y recibir como respuesta un «nada», decidí dejarlo pasar.

Las malteadas llegaron y con ellas, un pastel de vainilla que citaba «¿quieres ser mi novia, Pétalo?» escrito sobre el mismo con syrup de fresa. El asombro y el pasmo se apoderaron de mí, y una lágrima escapó de mi ojo izquierdo.

-¿Hice algo mal? -preguntaste con un miedo palpable en tu voz.

-Hiciste todo perfecto -murmuré, aun bajo las emociones que me invadían-. Pero no soy lo suficiente para ti... ¿y si un día dejas de quererme?

La misma chica de las malteadas regresó a nuestra mesa, pero en esa ocasión con un ramo de rosas en las manos. Me quedé pasmada, mientras te veías tomarlas en tus manos. Pude notar cómo ella te sonrió, y antes de marcharse, le devolviste la sonrisa.

Qué regalada.

Volví a centrar mi atención en ti cuando la cólera pasó y vi cómo tendías el ramo hacia mí.

Lo tomé y aspiré el aroma de las rosas, con los ojos cerrados, dejándome llevar por la fragancia de almizcle que presentaban. Volví a abrir mis párpados, y entonces noté algo en el centro del ramo: una rosa artificial.

Levanté mi rostro hacia ti, con el ceño fruncido.

-Te dejaré de querer el día que la última rosa se marchite -dijiste, tus ojos brillaban.

Y acepté. Accedí a marcar mi vida para siempre. A atarme a ti, sin saber que me unía a mi propia infelicidad y destrucción.


Notas teñidas de sangre © [Notas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora