«Folio treinta y tres»

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El sábado en la mañana no hiciste más que quedarte en tu casa encerrado. Estuve por horas muertas ahí, en el árbol junto a tu ventana, mirándote hacer un informe. Te veías tan concentrado con tu ceño fruncido, que no pude evitar el suspiro de amor. Porque te amaba.

En un momento tu mamá entró y te llevó algo de comer. Entonces supe que al menos esa mañana no tenías planes de salir. Fui a mi casa a descansar un rato para volver a tu ventana en la tarde. No quería perderte de vista.

Mi papá no dejaba de mirarme con esa cara de preocupación, a pesar de que le insistía en que todo estaba bien. Físicamente parecía estar mejorando, y eso me alegraba. No quería perderlo a él también. No como te estaba perdiendo a ti.

Pero no perdía las esperanzas. Tú y yo estábamos destinados a ser, y una plástica no cambiaría eso. Todavía hoy que lo recuerdo me retuerzo de cólera. La odio tanto.

En la tarde, un poco después de las seis, regresé a tu casa, esa vez con una ropa más cómoda pues no sabía cuánto tiempo estarías encerrado y por ende yo ahí, en tu árbol. Pero me sorprendí al llegar y encontrarte alistándote. Vi tu cuerpo desnudo una vez más y sentí esos revoltijos en el estómago. Te veías mejor que nunca.

Recuerdo como si fuese hoy que llevabas una polera roja y un pantalón negro, a juego con un par de tenis. Te rociaste de tu perfume; de ese que me volvía loca. Que me encantaba. Y a pesar de que las ventanas se encontraban cerradas, percibí tu aroma. O quizá, solo quizá, eran cosas mías. Todavía no lo sé.

Tu mamá entró a la habitación y sonrió cuando te vio. Te veías muy guapo. Quería gritarle que era una traidora, que me había simpatizado y luego traicionado. Que seguro estaba a favor de tu relación con la rubia. Todavía hoy lo creo.

Después de terminar saliste y yo bajé del árbol en cuanto te vi salir por la puerta principal. Te subiste a tu vehículo y yo aproveché el taxi que cruzaba por el frente. Le pedí que te siguiera, que no perdiera de vista tu trayecto.

Casi salgo y salto sobre ti cuando te vi aparcar en la casa de tu amiga. No podía creerlo. En serio estabas con ella. Te introdujiste a su casa y no pasó quizás un poco más de media hora cuando volviste a salir. Para cuando ocurrió eso, yo ya estaba roja de enojo.

Se subieron a tu vehículo y no pude pasar desapercibida su falda corta. Era una zorra y una desvergonzada total. Condujiste por aquel sendero que separaba tu casa de la mía. Me sorprendí al verte detener a mitad del mismo. Le pedí al conductor del taxi que también lo hiciera a una distancia prudente.

Cuando los minutos pasaron y tú no volviste a acelerar, pensé lo peor. Me bajé del taxi y pagué, viéndolo alejarse y perderse en el camino. Ya oscurecía y por un momento olvidé cualquier miedo que me producían esos extensos bosques a mi alrededor. Apreté mi bolso a mi costado, sintiendo un escalofrío.

Me acerqué con sigilo y miré por tu ventanilla. Y lo que vi todavía hoy me produce espasmos de odio.

Su cuerpo estaba girado hacia ti pero sus ojos estaban cerrados, por lo que no me vio. Y me hubiese gustado que lo hubiera hecho. Una lágrima se me escapó y el alma se me fue del cuerpo. En tu mano pude ver cómo sostenías una pequeña caja. Era un anillo.

¿Por qué le pedías matrimonio? ¿Por qué ya estabas con ella y tenías planes de casarte cuando aún no habíamos arreglado nuestra situación? Porque eso era lo que quería hacer.

Ella se mostraba seria, tranquila. Vi también cómo una lágrima se escapó de su ojo y la cólera llegó a mí.

Porque ella lloraba de felicidad mientras yo lo hacía de tristeza.

Pero todavía, aún en ese momento no estaba dispuesta a perderte. A dejarla ganar.

Y en cuestiones de segundos ocurrió todo.

Abrí la puerta, captando su atención.

Tú te giraste, incrédulo.

Yo actué.

Pero nunca quise hacerlo. No querías que te alejaras de mí. Que me abandonaras como lo hiciste hoy.

La única que debió partir fue ella.

Ella debió alejarse, no tú.

Y aunque hoy te odio, también te amo.

Te odio porque me dejaste. Te amo porque fuiste y serás el único en mi vida.


Notas teñidas de sangre © [Notas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora