Casi cumplíamos seis meses cuando tu cumpleaños número veintiuno se acercaba y yo no sabía qué darte como regalo. No tenía una amiga con la cual consultarlo, así que me aventuré a ir al centro comercial en busca de algo. No encontré nada que me gustara para ti.
Pero entonces recordé cuánto deseabas conocer a mi padre. Y así lo hice.
Te hablé el día antes de tu cumpleaños sobre los planes que había hecho para nosotros. Me dijiste que tus amigos te tenían una fiesta preparada.
Entonces la decepción se hizo presente, junto con la irritación y algo más: el recelo. Me enfurecía saber que habías armado planes con tus amigos, pero más me molestaba el hecho de que entre ellos estaban tus amigas de la facultad, las cuales eran notablemente brindadas. Y eso no me gustaba.
Colocaste tu mano en mi mejilla y me pediste disculpas por cambiar nuestros planes. Entonces lloré. Lo hice porque me sentía insegura de mí misma, y más aún de ti. Bien dicen que los hombres son débiles, y tus amigas eran suficiente tentación. Ni siquiera me les comparaba, y eso me ponía los nervios de punta.
Me preguntaste por qué lloraba, y te mentí con la excusa de que había planeado la velada con mi padre desde hacía semanas. La verdad siempre fue la inquietud de que me fueras infiel.
Entonces decidiste cancelar tus planes, y todo volvió a su equilibrio. Por un momento me sentí culpable de llevarte a ese punto, pero me negaba a darle la oportunidad a esas buitres que te comían con la mirada sin ningún disimulo.
El día de tu cumpleaños te llevé a cenar a casa. El ceño fruncido de papá fue lo primero en recibirte, pero luego todo transcurrió normal. En la cena, él te contó sobre el asma que padecía, mientras tú me mirabas con curiosidad porque nunca te había contado exactamente cuál era su mal.
Después de eso, al despedirte, me dijiste que había sido el mejor cumpleaños de tu vida. Adivina quién te creyó como tonta al fin. Me diste un beso en la mejilla, como lo hacías siempre que nos despedíamos. Y para mí era perfecto.
Esa misma noche fui sometida a las preguntas de papá. Decía que no le agradabas del todo, pero le pedí que te conociera mejor. Que eras un chico perfecto.
La perfección no existe, pero me di cuenta tarde.
Debí haber hecho caso a las advertencias de papá. Pero no lo hice. Y hoy me arrepiento, porque no sé cómo sacarte de mi mente. Mucho menos de mi corazón que sigue latiendo por y para ti.
![](https://img.wattpad.com/cover/49240950-288-k35885.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Notas teñidas de sangre © [Notas #1]
General FictionPrimer libro de la bilogía «Notas». Aclaración: la segunda parte la pueden encontrar accediendo a mi perfil, estando como «Notas impregnadas de olvido © [Notas #2]». * «Él ya no está, y ella escribe con el corazón en la mano, mientras tiñe las notas...