Cuando llevábamos un año y siete meses ocurrió lo peor.
Una tarde, al salir de la universidad, una sensación de incomodidad se instaló en mi pecho. No conocía la razón, pero sabía que no era nada favorecedor.
Llamé a tu móvil ya que habías quedado de pasar por mí, pero no te veía. La grabadora fue lo único que escuché.
Llamé a tu residencia y tras sonar infinidades de veces, terminé por colgar.
Me dirigí al hospital, entendiendo la razón de mi extraño sentimiento.
Tu padre.
Al llegar saludé a la enfermera que estaba en recepción, la cual me brindó una sonrisa triste. Sabía lo que había ocurrido.
Mis pies se detuvieron frente al elevador, con los ojos cristalizados. No podía ser verdad.
Subí al piso donde se instalaba tu padre y al abrirse las puertas del ascensor, los gritos desgarradores de tu madre me dieron la bienvenida. Me acerqué con lentitud y abrí la puerta. Pero no estaba preparada para lo que vería.
El cuerpo inerte de tu padre reposaba en la cama, tu madre sobre él. Los enfermeros en un intento de zafarla para poder llevarse el cuerpo y tú... tú estabas en aquel sofá gris, con tus piernas colocadas contra tu pecho y tu cabeza oculta tras tus brazos. El cuadro que se presenciaba frente a mí era doloroso a más no poder.
Me acerqué a ti y coloqué mi mano en tu espalda, trazando círculos suaves. Debiste reconocer mi toque de inmediato, porque tu cabeza se elevó y tus ojos estaban cristalinos y con reflejos rojos, lo que me indicaba que llevabas tiempo llorando. Tu mirada era como la de un cachorro herido, y no pude evitar sentarme en uno de los brazos del sofá y colocar tu cabeza en mis piernas. Mis jeans se sentían húmedos al instante, pero poco me importaba.
Dejé escapar unas cuantas lágrimas, pero reprimí el mar que se quería desatar porque debía mantenerme fuerte por ustedes. Porque me necesitaban.
Estimaba a tu padre. En el corto tiempo que lo conocí, compartí risas con él. Y lo extrañaría.
Nunca te había visto tan débil, tan necesitado de afecto. Y yo estuve ahí para ti.
Pero nunca me devolviste el favor. No cuando más lo necesitaba. Te fuiste, te marchaste de mi lado, dejándome bajo los efectos del desamor y la traición. Del dolor y la pena. Me dejaste cubierta por mi propia sombra y bajo las nubes de tu recuerdo.
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Notas teñidas de sangre © [Notas #1]
Ficción GeneralPrimer libro de la bilogía «Notas». Aclaración: la segunda parte la pueden encontrar accediendo a mi perfil, estando como «Notas impregnadas de olvido © [Notas #2]». * «Él ya no está, y ella escribe con el corazón en la mano, mientras tiñe las notas...