Capítulo 5

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Volví a soñar que me encontraba en el bosque, Thomas y Byron retenían a Jimmy en contra de su voluntad, todo se desvanecía y volvía a aparecer en el mismo escenario, pero ahora yo estaba arrodillada al lado de Jimmy, llorando y suplicando. Mi otro yo decía entre lágrimas: «No quiero hacerlo». Entonces volvía a estar en mi habitación, sudando y jadeando.

¿Qué significaba ese sueño? ¿Qué era lo que mi otro yo no quería hacer?

Me repetí una y otra vez que solo era un sueño hasta que me quedé dormida. Esta vez ya no soñé nada, solo dormí.

Unas horas más tarde, desperté cuando escuché unos movimientos en mi habitación. No abrí los párpados, pero podía percibir que aún era de noche. Me quedé muy tensa. Se escucharon pasos por mi habitación, percibía una presencia, alguien estaba ahí conmigo, pero no abrí los ojos, temiendo que, al abrirlos, me encontrara con un asaltante.

Abrieron con suma lentitud uno de mis cajones, y a los segundos lo volvieron a cerrar. Cuando estaba armándome de valor para levantarme, unos dedos, suaves y fríos, rozaron mis labios. Presioné las manos en el colchón y abrí los ojos como platos, el miedo palpitando en mi interior.

Esperaba encontrarme con una persona, un hombre, alguien. Pero me encontraba complemente sola. Miré mi habitación, pero no percibí ninguna sombra. Un aroma, a rocío matinal y tierra mojada me embargó. Reconocí esa colonia e instintivamente me llevé las yemas de los dedos a los labios, ahí donde hacia unos segundos alguien me había tocado.

—¿Nathaniel? —susurré.

No esperaba escuchar una respuesta, pero estaba segura de que Nathaniel había entrado en mi habitación.

Las imágenes del sueño rondaban en mi mente y no me dejaban en paz. No tendría por qué asustarme, ya que no aparecía nada que diera miedo. Solo era Jimmy, siendo sujetado por Thomas y Byron, y después yo, arrodillada a su lado, llorando y suplicando. Pero ¿por qué sentía una sensación de temor cada vez que cerraba los ojos y las escenas aparecían o cuando fragmentos fugaces volaban como diapositivas por mi mente?

El cansancio y la pesadez eran visibles en mi rostro, y tanto la abuela como el abuelo hicieron comentarios sobre ello. No se veían tan preocupados, pues pensaban que era a causa de pasarme las noches estudiando, porque yo aún no les decía sobre mis malos sueños de cada noche. No quería preocuparlos más de la cuenta y que estuvieran encima de mí con sus preguntas e inquietudes. Les dije que me encontraba bien, que solo estaría así en la temporada de exámenes (pero ni siquiera era temporada de exámenes).

Después de un desayuno ligero y de acordar mis horarios en la tienda, escuché el bocinazo y corrí al auto de Tim. En cuanto me vio hizo una mueca.

—¿Más pesadillas? —preguntó.

Sabía que si yo le platicaba a Tim la nueva pesadilla que estaba teniendo se preocuparía tanto como los abuelos. Ya podía escucharlo diciéndome que esas pesadillas estaban yendo más allá, entonces les diría a mis abuelos o estaría muy al pendiente de mí, y hasta lo creía capaz de dormir a mi lado para estar al tanto de que no se repitiera el mal sueño.

—No, solo tengo insomnio —respondí.

Tim me platicaba sobre una nueva película que saldría en el cine, pero yo ni siquiera le hacía caso. Mi mente divagaba, mayormente en el sueño, pero también en lo sucedido horas antes aún siendo noche. Podía jurar que había sentido que Nathaniel estaba en mi habitación, y hasta que la caricia provenía de él. El aroma tan peculiar de él se había quedado muy grabado en mi mente y era imposible que olvidara esa inconfundible colonia. Mi habitación olía a él cuando me levanté asustada por sentir una leve caricia en los labios. Pero no podía ser Nathaniel. ¿Cómo pudo entrar en mi habitación? Además, no pudo haber desaparecido tan rápido en cuestión de un segundo. Entonces, ¿por qué había sentido esa caricia? ¿Acaso estaba loca? ¿Los sueños me habían dañado tanto que ya imaginaba caricias ficticias?

Cazadores: Los doce poderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora