Cap. 1: Reunión de amigos

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Capítulo 1

Reunión de amigos

     En la vida las cosas no se dan como se quieren, no sabemos la manera en la que sucederán, las consecuencias que traerá o el dolor o felicidad que sentiremos por eso. A veces, las cosas tienen que pasar porque así es como deberían pasar, ¿y quién soy yo para juzgar lo que me depara el destino, lo que me depara la vida, lo que me depara Dios?

     Esta historia empezó de una manera patéticamente sencilla, fue cuando nuestros padres estaban de viaje, estaban en México, así que estábamos solos como por una semana y eso nos permitió tener la "libertad" para poder hacer lo que se nos viniera en gana, así que ni cortos ni perezosos, ese mismo día decidimos invitar a unos amigos a casa, claro, él sus amigos, y yo a los míos.

     Nick, mi hermanastro, era para mí lo peor que alguna vez haya podido conocer en mi corta y confusa vida; era sucio, mujeriego, terriblemente desagradable para mi vista. Odiaba tener que vivir con él bajo la misma casa y ver como todos los días llegaba con una historia de cómo obtuvo a tres chicas diferentes. Era muy popular y según mi mejor amiga, Ruth Gilbert, muy apuesto. Yo siempre lo veía detestable.

     Nosotros estábamos en la parte de la sala mientras Nick y sus amigos estaban en el segundo piso riendo y rompiendo cosas, se reían estrepitosamente mientras nosotros bebíamos limonada y contábamos chistes de los cuales ninguno se reía.

     —Deberíamos unirnos con el grupo de tu hermano, Valerie —dijo mi amiga viendo como el grupo de mi hermanastro se divertía.

     —¿Estás loca, Sara? Nos echaran con piedras de su lugar.

     —¿Cuál es el problema? —bufó Karen—. Somos casi de la misma edad de ellos.

     —No lo sé, si quieren vayan ustedes. —dije resignándome.

     —Yo sí quiero, las chicas con las que está tu hermano están buenas. —dijo Jack.

     Negué con la cabeza sabiendo la mala idea que era y resoplé mirándolos mal para que sintieran un poco de cargo de conciencia pero no lo logré.

     Todos se levantaron y me quedé sola como una boba, así que me levante rápido. Éramos en total siete, y ellos también, apróximadamente. Llegamos al otro grupo el cual se estaba divirtiendo y me recosté en la pared con una sonrisa mientras le preguntaban a ese divertido grupo. Sabía que no se juntarían los chicos de 18 con unos de 16, empecé a sonreír al ver que tendrían un plácido fracaso, pero para mi sorpresa fueron muy amables y les dijeron que sí. Mi sonrisa se apagó y Nick se levantó y me cogió de un brazo llevándome, o mejor, arrastrándome hacia el pasillo.

     —¿Estás loca? —dijo furioso—. Te dije que no te acercaras.

     —Suéltame, muggle* —dije haciendo un movimiento brusco provocando que soltara mi frágil brazo—. También les dije a ellos y no quisieron hacerme caso. Por si no sabes contar, son seis contra una, y no me emociona para nada estar con tu grupito —dije haciéndole una mueca de desprecio.

     —¡Eres una tonta! Yo sí los hubiera convencido.

     —Pues ¿por qué no vas y hablas con ellos a ver si los convences, pequeño tarado? Adelante, corre.

     —No voy a hacer lo que tú no pudiste.

     —Ni siquiera eso puedes hacer —dije retándolo y él miró al grupo ya unido que se encontraba hablando y riendo.

     Puse los ojos en blanco ya que no hizo nada y me fui con una sonrisa triunfante a ver de qué tanto se reían. Él me siguió.

     Volvimos al grupo y todos reían mucho, hablaban con indiferencia y me agradó.

     Decidimos bajar a la sala ya que el espacio era más grande y podíamos sentarnos y seguir riéndonos sobre todas las cosas con las que salían. Nos acomodamos en la sala y hablábamos sobre muchas cosas, empezamos a contar anécdotas, chistes, cosas de terror que resultaban irónicamente graciosas, jugamos los típicos juegos de "verdad y reto", bebimos un poco y fue una noche de verdad genial. Siempre subestimé a los amigos de Nick creyendo que eran como él, pero eran realmente agradables.

     En esa reunión estaba Edward era el mejor amigo de Nick, y él siempre me había gustado, así que empezamos a coquetear, él me hablaba y yo me sonrojaba y sonreía jugando con mi cabello y mirando hacia un lugar opuesto. En uno de los juegos que hicimos nos tocó tocar nuestros labios pero sin pasar de un beso, yo estaba súper feliz ese día, no me quería cambiar por nadie y estaba mareada, tal vez ebria debido a todo el trago ingerido.


     Después de un rato todo se estaba apagando, entonces una de las amigas de Nick, se levantó realmente emocionada y dando pequeños saltos de alegría.

     Todos la miramos extrañados, estaba muy emocionada y ebria.

     —¿Qué pasa, Luisa? —preguntó uno de los amigos  de Nick.

     —¡Chicos! —empezó a reír y a brincar como una niña pequeña cuando encuentra a alguien con quien jugar—. Conozco un juego que les va a encantar.

Maldito juego.

Maldito juego

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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora