Cap. 43: Sermón

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Capítulo 43

Sermón

 

—¡Valerie! —gritó Ruth mirándome enojada—. ¿A qué estás jugando?

—No estoy jugando.

—¿Crees que eres Bella Swan* o Elena Gilbert**?

—No.

—¿Entonces, amiga, qué pasa?

—Que no todo es tan fácil como parece  —grité en defensa—. Para ti es fácil decirlo porque no estás viviendo lo que yo vivo. ¡Deja de gritarme y solo ponte en mi lugar por un momento!

Ruth se quedó callada y cabizbaja.

—¿Ves? Es una mierda, y no todo es tan fácil como parece  —reiteré—. No puedo simplemente dejar que Edward sufra más, ¡no puedo, Ruth!

—Pero si sigues lo lastimarás aun peor.

—No voy a seguir  —me defendí.

Se creó un silencio en su habitación.

—Mira  —dijo Ruth rompiendo ese incómodo silencio—. No quiero criticarte o juzgarte por lo que estás haciendo, simplemente te estoy aconsejando y siendo sincera. No puedo quedarme callada cuando veo que algo está mal, y si te ves como una perra, tengo que decírtelo así no te importe o no me hagas caso. Solo quiero darte mi punto de vista sobre esto y te diga ya que tienes que escoger. Toda tu vida no se puede basar en esto… Estar engañando a Nick y a Edward, estar mintiendo, estar mintiéndote a ti. Tienes que poner en una balanza todo y decidir.

»La verdad, y perdóname si me equivoco, pero no creo que “ames” a Edward, y tampoco a Nick.

—¿Qué? —dije saliendo de mi trance después de esas palabras tan sinceras de mi amiga—. ¿Por qué crees eso?

—Bueno, te explicaré porqué. Con Edward yo creo que te sientes perturbada por todo lo que pasó del accidente, y más encima sientes agradecimiento por salvar tu vida en varias ocasiones (el accidente, lo de Tom, lo del taxi —según tú—), el caso es que creo que por Ed sientes es agradecimiento, no amor profundo como crees sentir por él.

 »Y con Nick, no sé, Val, no me cuadra ese “amor” que sienten. No puedo creerle a Nick, en verdad, y no me entiendo como después de un polvo te vas a olvidar de todas las mierdas que te hizo Nick, ¿o no recuerdas?

Asentí.

—Nick —continuó—, para mí no trae buenas intenciones contigo, y hago la misma pregunta, ¿después de un polvo olvidará años de “infierno”? Puede que él sí… ¡Por sexo, Valerie! Un hombre se ciega ante la posibilidad de mujeres, ¿o por qué crees que buscó a esa tal Paula? ¿Le crees que era “para olvidarte”? ¡Estupideces!

»Perdóname si te hablo fuerte o con demasiada verdad pero es exactamente lo que pienso, nena, y tú deberías considerarlo.

—Gracias —musité con dolor y con profunda felicidad de tener a Ruth a mi lado.

Me abrazó y mi corazón se movió, y de nuevo, quise llorar.

—No Ruth, no me abraces, no quiero llorar. Debo ser más fuerte, tengo que tener carácter y asumir las cosas, no todo es llanto, y a parte creo que estoy a punto de deshidratarme por tantas lágrimas que he derramado. ¡No quiero llorar más!

—Te entiendo —dijo sonriendo

La abracé y sonreí.

—Te quiero, amiga.

Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora