Cap. 10: La música me hace feliz

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Capítulo 10

La música me hace feliz


     Llegué a clase de física, me tiré literalmente en mi asiento y conecté los audífonos a mi oído.

     Luego vi a la maestra frente a mí con una mano extendida. Empecé a hacer cara de llorar y ella seguía con su mano ahí y levantando una ceja, ¿acaso no veía lo feliz que me hace escuchar música mientras ella habla de física cuántica?

     —¡Valeria! —gritó la anciana sacándome de mis pensamientos.

     —Es Valerie, querida... —anciana—. Maestra. —sonreí con sarcasmo.

     —Dame ese aparato.

     —¿Sabía usted que mientras uno escucha...?

     —¡Es una orden! —gritó interrumpiendo mi improvisada teoría psicológica.

     —Se lo doy pero con una condición.

     La vieja soltó una carcajada como de bruja y vi como un gato se asomaba por su espalda y una escoba... y bueno ya, era mi imaginación.

     —Me encantaría oírla.

     —Se lo doy si me lo devuelve al finalizar la clase.

     —Interesante... —dijo mientras sobaba su mentón—. Trato hecho, pero solo porque me pareces graciosa.

     Empecé con el lento proceso de entregar mi hermoso aparatejo, apagué la música, bloqueé el celular, quité los audífonos, los quité del interior de mi uniforme, los desenrede, luego los doblé para guardarlos pero se volvieron a enredar hasta que lo logré y le entregué de muy mala gana mi aparatejo a la profesora quien ya estaba irritada de esperarme.

     —Jure qué va a cuidar a mi bebé.

     —No exageres, Valeria.

     —Valerie, Valerie.

     Luego de una infinita clase de física, salimos y la maestra cumplió con lo prometido devolviéndome mi aparatejo.

     Salí feliz dispuesta a aprovechar mi primer día en la escuela, de llenarme de buena energía e irradiar la felicidad que cargaba al encontrar a alguien que me encantaba y que estaba conmigo, pero de pronto sentí que alguien me jaló del brazo.

     —Ahora. Cuéntame.

     —Hola, amiga. —dije viendo a Ruth—. ¿Cómo estás? Oh, sí yo también estoy bien.

     —Ya déjate de bobadas. Cuéntame.

     —¿Qué te cuente qué?

     —¿Qué pasó con tu hermano?

     —Error, no es mi hermano; es mi hermanastro.

     —¡Valerie!

     —Ya, ya. —pausé—. Pero primero suéltame y vamos a comer algo.

     —Está bien.

     Caminamos hasta la cafetería y vi a Nick con su grupo de amigos. Edward me vio y vino corriendo a saludarme.

     —Hola, muñeca. —dijo levantándome el mentón y me encontré con sus hermosos ojos azules.

     —Ehm... Hola.

     Él siempre había sido muy tierno, pero creo que últimamente había perdido todo tipo de interés hacia él.

     —¿Cómo seguiste? ¿Qué te ha dicho Nick después de lo ocurrido? No nos ha querido contar nada.

     —No pasó nada. No hablamos como por cinco días y sólo hablamos para darles la bienvenida a nuestros papás.

     —Me importas mucho, Val —dijo mirándome fijamente a los ojos—. Cuando supe que estabas encerrada con Nick intenté hacer algo pero ya era demasiado tarde... ¡Lo lamento!

     Empezó a sonreírme y yo le sonreía de vuelta, y fue entonces cuando se empezó a poner nervioso y cogió mi rostro haciendo que se acercara al suyo para poder plantarme un beso.

     —¿Intentas sacarle información? —dijo Nick interrumpiendo el beso que Ed me quería dar—. Vámonos, Edward.

     —¿Cuál es el problema, hermano? Ya sé que no se hablaron en toda la semana —le dijo Edward sin importancia—. De hecho era completamente obvio que pasara eso, es decir, se odian y eso haría aumentar su odio.

     —Eres una estúpida, se suponía que no le dirías nada a nadie. —me dijo Nick—. ¿Sabes cuál es el significado de "nada"? Quiero golpearte con un diccionario, ¡maldita sea!

—Dijimos que haríamos como si NADA hubiera pasado ¿no es así? Ya supéralo y disfruta tu vida, ¿o necesitas una cita con el psicólogo? ¡Yo te la puedo pedir!

     Bufó, puso los ojos en blanco y se fue con una media sonrisa que alcancé a percibir.

     —Tengo hambre... Si no te importa... —le dije a Edward.

     —Claro, te acompaño.

     Puse mis ojos en blanco y avancé mientras él iba detrás de mí.

     En ese momento necesitaba a Ruth, quería no sé, sólo hablar con ella pero no la veía en ninguna parte de la cafetería, luego pude verla junto al chico que la traía medio loca: Justin.

     En ese momento necesitaba a Ruth, quería no sé, sólo hablar con ella pero no la veía en ninguna parte de la cafetería, luego pude verla junto al chico que la traía medio loca: Justin

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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora