Cap. 15: Como niños

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Capítulo 15

Como niños


      —Pero... ¡Aaaagh! —grité desgarrando mi voz—. ¿Por qué no las escondiste bien, Nick?

     —Hice lo que pude, Valerie. Estaba nervioso y no teníamos mucho tiempo. Entiende de una vez.

     —¡Ay, Nick! —suspiré tirándome a la cama con los brazos extendidos y de espaldas—. ¿Qué le diré a Edward? No quiero jugar con sus sentimientos. ¡No puedo! Es inhumano.

     —No lo sé, Valerie. —dijo tirándose encima mío y tocándome los muslos.

     —¡Nick! No es momento de hacer nada. —lo reprendí.

     —Pero, eres tan hermosa.

     —¡Ash! Contigo no se puede —grité yéndome de la habitación.

     —Deberíamos aprovechar que nuestros padres no están —gritó a mis espaldas.

     —¡Ni creas! —grité más fuerte y me encerré en mi habitación.

     ¡Ugh! Todo esto es realmente estresante. ¿Qué no se da cuenta? Estaba muy enojada porque gracias a él mi mamá se enteró y creía que ir a decirle a Edward: "Hey, será que puedes fingir que lo hiciste conmigo frente a mi mamá, y volvernos novios de mentiras" no, no, no. Lo que más me afectaba era Edward. Él siempre se había comportado de maravilla conmigo. ¡Por eso me gustaba tanto! Pero, todo cambiaba... Quería a Nick y quería luchar por lo nuestro. Y no sabía hasta dónde sería capaz de llegar por eso.

     Mi cabeza empezaba a doler de tanta información y estrés que tenía. Mamá quería invitar a Edward a cenar y ni sabía cómo le iba a comentar eso. No podía, no podía.

     —Valerie, y... —Nick abrió la puerta de mi habitación y paró en seco—. ¡Wow! Tu pose —me recorre con su mirada—. Cálmate o no me pidas que me calme.

     Soy muy elástica y estaba acostada con mis piernas abiertas a ambos lados sosteniéndolas con la mano. Suelo concentrarme así.

     —¿Qué pose? —reí—. ¿Estás muy emocionado, amigo? —lo recorrí con la mirada y empecé a reírme.

     Rápidamente se tira encima de mí y me empieza a besar y yo lo seguía, le pasé mis largos uñas por su cuello y me salí de debajo de su cuerpo besándolo, luego me acerqué a su oído y susurre: —Hoy no será Nick—. Y salí de mi habitación.

     —¿Qué? ¿Estás loca? ¿Me dejarás así y ya?

     Sonreí victoriosa mientras lo escuchaba gritar.

     —¡Está no se queda así! ¡Ya verás! —gritó.

     Y luego lo escuché correr tras de mí.

     Corrí riéndome por toda la casa y tomando atajos. Él iba detrás de mí con su camisa en las manos amenazando con golpearme. Yo sólo reía y él también, como los viejos tiempos.

     —Te arrepentirás apenas te atrape —gritó

     —¡Suerte con eso, imbécil! —respondí riendo y corriendo.

     Estábamos corriendo y riendo como locos y la puerta se abrió frente a nosotros. Sin pesarlo Nick me tiró la camisa y quedé con ella en las manos y ambos aún sin poder controlar la risa.

     —¡Eres tan tonta!

     —¡Y tú tan estúpido!

     Mamá y papá entraron, nos vieron riendo y se miraron con extrañeza. Luego, nuestra risa se les contagió.

     —Ok, ok —calmó papá con gracia—. ¿Qué fue o es tan gracioso?

     —Es que —reí mientras pensaba una excusa—. Es que le quité la camisa a Nick porque quería molestarlo y me empezó a perseguir por toda la casa y se cayó llegando a la cocina —reí con fuerza y me tiré al sofá.

     —¡Guau! Veo que ya no se llevan tan mal —dijo mamá.

     —No mamá... Aún nos odiamos —y le tiré la camisa a mi hermanastro.

 Aún nos odiamos —y le tiré la camisa a mi hermanastro

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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora