Capítulo 25
Drama time
¿Qué había acabado de decir? ¡Oh por Dios! ¡Tuve que embarrarla de la peor manera posible! ¡¡Dios!! ¿Qué le iba a decir ahora?
—¿Gracias, Nick? —dijo apartándose molesto.
—Eh... Edward... es que... —tartamudeaba de nervios y solo pensaba en lo estúpida que fui—. Es que Nick está aquí y lo vi, y pues no puede vernos porque no sabe que me salí de la casa. —mentí.
¿Hasta dónde llegarían mis mentiras?
—Deberíamos buscarlo para que sepa qué estoy contigo. —propuso—. A ésta altura ya se debió dar cuenta y puede que esté preocupado.
—No creo. A Nick le vale mierda todo... le valgo mierda yo. —dije y se formó un pensamiento triste al parecer reflejado en mi cara por las caricias de Edward.
—¿Qué dices? —sonrió—. ¿Vamos?
Acepté. Al fin y al cabo Nick no estaría en ese lugar y sería una excusa más para estar un rato con Edward, seguirme divirtiendo como venía y olvidar el tema de Nick por un rato más.
Buscamos, y buscamos, y buscamos, y obviamente no encontramos. Mientras buscábamos hacíamos diferentes cosas con Edward. Fuimos a una fuente y tiramos —para el deseo— en vez de moneda, billete. Salimos corriendo por todo el comercio de porcelanas, entramos a ver muebles y hacíamos como marido y mujer en su casa, muy al estilo 500 días con Summer*, todo fue muy divertido. Fuimos a nuestra nueva casa matrimonial y le dije: "Cariño, te espero en la habitación" y él dijo "ya voy, esposa mía" salimos corriendo por todo el almacén buscando las camas. Llegamos a una y nos tiramos sobre ella riendo a carcajadas.
Estábamos ambos acostados mirando hacia el techo.
—Eres tan hermosa.
—Tú eres tan divertido, Ed.
Y cambio de posición de manera que ahora me miraba desde encima, poco a poco empezó a acercarse más a mí rostro y susurró: —Hay una familia asiática que nos está mirando.
Giré mi cara y vi a unos niños mirándonos aterrados y mi risa se hizo más fuerte.
—No puedes volverte a ver 500 días con Summer —reí besando su mejilla y saliendo de su agarre.
Salimos de ahí tomados de la mano y fuimos a comer. Era un sitio calmado, privado, acogedor, opaco y daba el aspecto de un lugar viejo. Hablamos todo el tiempo y yo me reía mucho. Este hombre era simplemente maravilloso. Sentía un gran aprecio hacia él, hasta dejé de pensar en Nick. Estar con Edward era medicina para mí.
Hablamos y hablamos y el mesero fue por la cuenta. Edward era adinerado, así que pagó todo, y mientras estaban haciendo el pago vi a una pareja entrar al lugar. Me quedé mirándolos por alguna razón. La chica era muy hermosa, tenía el cabello castaño y ondulado, piel clara, labios delgados, ojos verdes y dientes formados, muy hermosa; el chico era rubio, cabello alborotado... ojos verdes... dientes perfectamente formados... Labios rosados gruesos pero delgados... hoyuelos al sonreír... cada descripción se me hacía más dolorosa al darme cuenta que ese chico era mi... mi... mi hermanastro.
—¿Estás bien? —preguntó Edward.
—Sí —sonreí intentando aguantar las ganas tan incontrolables de llanto—. Iré al baño.
—Bueno, hermosa.
Sonreí y me levanté de mi asiento. Rápidamente ubiqué el baño y entré en él. Al verme en el espejo las lágrimas empezaron a bajar unas por otras, cerré mis ojos fuerte, me cogí fuerte del lavamanos y me agaché a llorar. Lloré y lloré y de mi garganta salían pequeños lamentos y maldiciones. Estuve así en esa posición por un tiempo, luego escuché un taconeo y el sonido del agua caer. No me interesaba saber quién era, así que me mantuve.
—¿Estás bien, mujer? —dijo una dulce voz tocándome el hombro.
Sin decir nada me levanté, cogí papel higiénico, me limpié los montones de mocos que tenía y luego me miré al espejo... me sorprendí no por verme vuelta mierda, despelucada, llena de mocos, la cara húmeda, los ojos y cara rojos; me sorprendí por ver que detrás de mí estaba la chica que acompañaba a Nick.
—No, no estoy bien —dije sentándome en los lavamanos.
—¿Qué tienes, cariño? —dijo comprensiva—. Tal vez pueda ayudarte.
—No lo creo —suspiré pensativa—.Aunque sí, ¿sabes qué? Ayúdame con esto.
—¿Con qué? —dijo un poco confundida y con una sonrisa perfecta en su cara.
—Dime cómo te llamas —sonreí con miedo y sorbiendo mocos.
—¿Con qué te ayudará saber mi nombre? —preguntó extrañada pero con su toque de alegría.
—Solo quiero confirmar algo.
—Soy Paula—dijo sonriente y mi mundo terminó de caer, así que era ella, la famosa Paula. Empecé a llorar de nuevo y me sujetó la mano.
—¿Qué pasa?, ¿por qué te afectó eso?
—Es que...tuve una pelea con mi mejor amiga, y ella se llama Paula —mentí.
—¡Oh, dulzura! Lamento que hayas peleado con ella, se nota que la querías.
—La amaba —di un fuerte suspiro, me bajé de ahí, me eché mucha agua en la cara y empecé a hablar con Paula, quería sacarle información.
—¿El chico con el que vienes es tu novio? —le pregunté.
—Pues, eso creo, me dice cosas hermosas, me invita a salir, me besa, va a mi casa, pero, hay algo raro en él.
—¿Qué?
—Pareciera que estuviera con otra.
—¡Oh, infeliz! —dije actuando y secando mi cara.
—Sí, hace mucho, como 4 años, fuimos novios y duramos 6 meses, y ¿sabes? te pareces mucho a su hermana.
—¿En serio? —reí, todo esto ya me parecía gracioso pero con su inevitable dolor.
—Sí, mucho —dijo examinándome—. Llevamos aquí mucho, será mejor salir o mi novio y tu amigo se molestarán.
—Es mi novio —dije con amor, tal vez rencor y sentí algo en el corazón, lo hacía por rabia, tenía mucha rabia y quería a Edward, lo quería.
Al salir mi mundo se movió, Edward y Nick estaban hablando.
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N/A Ámenme.
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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©
Teen FictionValerie es una chica de 16 años con un hermanastro mayor, Nick de 18 años. Su madre conoció a Jhonny su padrastro cuando ella tenía tan solo 2 años de edad. Valerie ha vivido casi toda su vida con ellos y siempre ha odiado a Nick, hasta una reunión...