Cap. 6: Nuestro último día libre

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Capítulo 6

Nuestro último día libre


     La siguiente semana fue incómoda. Había desarrollado un gusto encantador por Nick y eso me producía miedo, terror ¡PÁNICO TOTAL! El verlo y desear abrazarlo era simplemente extraño. Estuvimos hablando un tiempo y yo trataba de ignorarlo pero era tan lindo y se comportaba de una manera tan diferente a lo que alguna vez llegué a pensar que se comportaría Nick.

     Después de que la presión bajara, hablamos con más simpatía y gusto, reíamos de varias cosas y hablábamos juntos hasta la madrugada. Me encantaba estar con él aunque aún seguía sin acostumbrarme a... eso.

     —¡Buenos días! —dijo Nick llevándome el desayuno a la cama.

     Hice un esfuerzo por abrir mis ojos y lentamente fui moviendo mi cuerpo por toda la cama intentando sentarme. Empecé a patalear y a moverme como un cucarrón.

     —Despierta ya, hermosa —dijo dándome un pequeño beso en la frente como un hermoso y aún aterrador saludo.

     —Gracias —dije con los ojos entrecerrados.

     —¿Aún no te acostumbras a todo esto, verdad?

     —No, es extraño, pero... me encanta —dije riendo y ruborizándome.

     —Hoy llegan.

     —Creó que después de que ellos estén acá, se acabará todo, toda esta locura y toda esta "cosa", tú me entiendes ¿no? —susurré con tristeza.

     —Pues, aprovechemos el tiempo que nos queda.

     Y antes de que yo pudiera hablar me cogió la cara con delicadeza y empezó a besarme con suavidad. Nuestro segundo beso —y esperaba de los últimos que nos diéramos— me  produjo esas extrañas pero emocionantes mariposas en el estómago que en un comienzo creí que era vómito. Después de un rato de besos empezó a tocarme y caí bajo sus encantos. Esta vez no fue tan dolorosa como la primera y pude sentir algo más de placer. Me tocaba con delicadeza y me besaba con ternura, era  como quería que fuera esa primera vez. Nos quedamos piel con piel y yo sobre su pecho aun buscando mi respiración. A ambos se nos dificultaba respirar.

     —Te amo.

     —¡Wow! ¡Cálmate, remolino! —dije separándome de él igual de aterrada que la primera vez—. Deja de decir cosas tan estúpidas porque mi odio regresará.

     Él solo sonrió, y sin embargo sus palabras me quedaron en la cabeza. ¿Me ama? ¡Dios! La verdad es que habíamos compartido mucho no solo esa semana sino prácticamente toda nuestra vida, pero no sentía amarlo de la manera como él decía, sabía que no lo decía sólo como hermanos, lo dice de la manera cursi, la manera amorosa, la manera incorrecta.

     Cerré mis ojos buscando dormir y sin pensar en la incoherencia que acababa de decir.

     Cerré mis ojos buscando dormir y sin pensar en la incoherencia que acababa de decir

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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora