Cap. 22: ¿Quién eres, Nick?

466K 9.2K 864
                                        

Capítulo 22

¿Quién eres, Nick?

     Empecé a alterarme y salí de la cama manoteando y cogiéndome la cara, luego me tranquilicé y pensé en que tal vez no pasaría nada pero sin embargo tendría que tomarme las pastillas.

     —¡Nick! —le dije al oído muy despacio, pero al ver que no daba señales de vida le grité: — ¡Despierta, Nick!

     —¿Qué pasó? —gritó levantándose rápidamente de la cama y apretando los puños.

     —Nick... —dijo riéndome al ver su reacción porque parte de mi diario vivir es burlarme de él—. No usamos protección.

     —¿Qué? —exclamó—. ¡Oh, rayos, claro que no lo usamos!

     —¿Crees que esté...?

     —Puede que no, pero tenemos que tomar medidas antes de que sea demasiado tarde. —se sentó en la cama respirando y calmándose—. ¿Qué hora es? —preguntó levantándose de la cama y arreglando su cabello.

     —Las tres de la mañana —respondí

     —Iré a hacer algo.

     Y se fue dejándome sola en la habitación ahogada en mis pensamientos. Tenía miedo de poder estar embarazada, no podía si quiera pensarlo. El imaginarme con un bebé era aterrador. No era el momento para hacerlo y no tendría con qué mantenerlo, era hasta ahora una niña y no podía dejar que toda mi vida se centrara ahora en la responsabilidad de un bebé y ahí la importancia de siempre cuidarse. De repente me dieron ganas de comer y salí a la cocina. Estaba casi sin ropa así que me puse una camisa de Nick. Entré a la cocina, tomé un vaso de leche y busqué un pan, busqué, busqué y busqué el pan pero no encontré más que unas galletas, así que decidí preguntarle a Nick.

     Busqué a Nick por toda la casa y casi no lo encuentro, lo escuché hablando por celular en su habitación, iba a girar la perilla pero...

"Lamento haberte despertado es que, sólo quería escuchar tu voz y recordarte que eres muy hermosa y me alegro de haberte conocido. Gracias por todo este tiempo y ya… sí, Paula, te quiero, chao."

     Le escuché decir.

     Sentí que el aire me faltaba y que me habían clavado una espalda en el estómago. Esto tenía que ser imposible. Mis ojos empezaron a derretirse y a botar lágrimas, muchas lágrimas. Mi boca no podía cerrarse y sentí que mi corazón se iba a salir, mis rodillas temblaban y mi respiración se hacía más pesada.

      Nick salió con una triunfante sonrisa en la cara y al verme llorando, en la puerta de su habitación y sin aire, inmediatamente su sonrisa se borró.

     —Valerie… ¿estás bien?

     —¡¿Crees que estoy bien, imbécil?!

     —Oye... —dijo tocando mi rostro—. Yo...

     —¡Cállate, no quiero escuchar más mentiras! —dije manoteando para quitar su mano de mi cara.

     —Yo te am...

     —¡QUE TE CALLES, ESTÚPIDO! HARÁS QUE ESTO SEA MUCHO PEOR, SÓLO LLÉVAME A LA HABITACIÓN. —no podía caminar porque las piernas me flaqueaban y sentía el pecho doloroso, no tenía ánimos siquiera para caminar.

     Sin decir ni una sola palabra y con expresión de tristeza me levantó, —como a una novia en la boda— y me llevó a mi habitación. En esos momentos no lloré sino que lo miraba con mucho rencor, estaba colorada del malgenio.

     Llegamos a la habitación y me acostó en la cama. Rápidamente me acomodé de medio lado lista para dormir, cerré los ojos esperando escuchar la puerta cerrarse, pero sentí unos labios en mi mejilla, al instante empecé a manotear a Nick y me limpié la mejilla.

     —¡Lárgate!—espeté—. ¡Ahora!

     Nick obedeció y pude ver como sus ojos brillaban más de lo normal al irse. Cerró la puerta y caí en llanto.

Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora