Ethan.
Suspiro.
Estoy algo nervioso por las implicaciones que traerá lo que planeo hacer. Aunque eso no me quita la intención de hacerlo, sea lo que sea que ocurra estoy preparado para todo. Le prometí a Lucas que entraría a la manada con la frente en alto, que todo el mundo sabría quién es y su importante papel en nuestra sociedad. Y eso es exactamente lo que planeo hacer. Nadie volverá a burlarse de él, nadie osará meterse con la pareja de un Alfa. Lucas lo es todo para mí, es mi otra mitad, su lugar es a mi lado. Aquel idiota que se atreva a interferir en nuestra relación, a señalarlo con el dedo y juzgarlo, se arrepentirá toda su vida.
Camino por el estudio, pensando en la mejor forma de actuar. No quiero que nadie salga lastimado, pero si es necesario hacerlo, todo sea por el bien de la manada entonces que así sea. María y yo tenemos un plan de acción, tan solo espero que funcione. Hemos estado reclutando a lobos para unirse a nuestra causa. Al principio me sorprendió la cantidad de hombres y mujeres que están en desacuerdo con las leyes absurdas que impuso mi padre en su tiempo. Casi el noventa por ciento de la manada quiere un cambio y yo planeo dárselos. Lo único que me inquieta es mi padre y los lobos que lo siguen. Guerreros que no dudarán un solo segundo en matar si es necesario.
Son las seis de la madrugada.
El sol comienza a asomar por el horizonte. Los rayos iluminando las gotas del rocino en los árboles. La manada está en una extraña paz, casi quebradiza, como si en cualquier momento fuera a romperse. Tomo una copa de cristal de la encimera, vacío un poco de whisky en ella y lo revuelvo. Siempre me ha gustado ver el movimiento del líquido entre los hielos. Escuchar el roce de los cubos con el cristal. Su color ámbar y su fuerte olor a frutas me hipnotiza.
—Ethan.
Lo bebo de golpe.
Siento como el líquido resbala por mi garganta, quemándola al pasar.
—¿Qué haces tan temprano despierta?
—Escuché ruidos —contesta Kristen a mi espalda—, vine a investigar.
—Lamento haberte despertado.
—¿Cuándo llegaste?
—Hace un par de horas —respondo sentándome en el sillón a mi derecha.
—¿Por qué no viniste a la cama?
—No tenía sueño.
Me mira enfadada, cruza sus brazos sobre su pecho.
Sigo sin creer lo imbécil que fui como para meterme con una mujer como ella, tan fría y manipuladora. No puedo negar que es bella, de hecho es una de las mujeres más hermosas de toda la manada. Pero así como su belleza es clara, lo es también su malicia. Es una loba fría y desconsiderada, alguien a quien no le importa en lo más mínimo pasar sobre los demás para conseguir lo que quiere. Si no hubiera sido por Troy, creo que jamás la hubiera visto de nuevo. Mucho menos considerado para ser mi falsa compañera.
Estaba ebrio, muy dolido por la desaparición de Lucas. Pensaba que jamás lo recuperaría, de hecho ya había perdido toda esperanza de volver a verlo. Necesitaba desahogarme, liberar un poco la tensión en mis hombros. En aquel entonces vivía en los bares, emborrachándome hasta caer rendido. Fue una noche así en la que ella apareció. Su sonrisa me atrapó en un principio, sus caricias fueron calentando mi cuerpo. Mis sentidos, nublados por todo el alcohol en mi sistema, no me detuvieron para follarla en los baños de bar. Jodimos durante una hora. Mi lobo pensando que era Lucas a quien estábamos tomando, yo forzándome a romper con el lazo que me unía a él.
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Lobo enamorado.
Hombres LoboHace nueve años Ethan Cormack tomó la peor decisión de su vida: rechazar a su auténtica pareja. Siendo el hijo del Alfa de la manada, se esperaba que encontrara a una hermosa mujer con la que dirigir la manada cuando su padre renunciara al cargo. Pe...