Capítulo 30: Imparable.

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Lucas.

Tengo mucho frío.

Una brisa se cuela por los barrotes de la celda en la que estoy. Intento ponerme de pie, pero al segundo que lo hago caigo de lleno contra el frío concreto. Mis costillas duelen, mis pulmones arden. No sé cuándo fue la última vez que probé bocado alguno. Tengo tanta hambre y mucha sed. Perdí ya la esperanza de que alguien pueda escuchar mis gritos. Los primeros días fueron los más difíciles, esperaba tan ilusamente que alguien pudiera escucharme, pero todo fue inútil. Solo provoqué la furia de Jackson contra mí.

Me duele el cuerpo entero. Tengo varias cortadas profundas por todo mi pecho, piernas y brazos. La herida de bala en mi hombro derecho aún escuece pero el dolor poco a poco ha ido disminuyendo. Al parecer al hijo de puta le gusta verme sufrir. Lo siento como si todo esto fuera más que un juego para él. Paso mis dedos por la venda que cubre mi hombro. Está manchada de sangre seca, una costra amarillenta y roja que cubre la piel desnuda. Cierro mis manos en un puño. Me siento mal, impotente al no poder hacer nada.

Lloro por la tristeza que me da al ver el muñón colgante en mi mano derecha.

El muy maldito me cortó el dedo meñique de tajo. Una muestra para que Ethan sea testigo del infierno en el que estoy, o al menos eso fue lo que pude entender antes de desmayarme por el dolor. Aún recuerdo todo con claridad. Su sonrisa al entrar por la puerta de madera, la forma en la que me sujetó de los cabellos y me arrastró por un largo pasillo negro. Me amarró a una silla de metal, con una cámara de video enfrente y de la nada, sin decir palabra alguna, deslizó la cuchilla de carnicero sobre mi dedo. Vi como la sangre salpicó todo el suelo antes de desmayarme por el dolor.

No quiero imaginar lo mucho que Ethan está sufriendo.

Es él quien más me preocupa. No sabe que tiene el enemigo sentado a su derecha. Es increíble que su propio hermano sea capaz de odiarlo de esta manera. Quisiera poder hacer algo, hacer que Ethan se enterará de una vez y para siempre de la clase de monstruo que vive bajo su propio techo. Pero es inútil todo lo que haga. Cualquier sonido que lo altere, provoca en Jackson una explosión de rabia y crueldad. He perdido la cuenta de las veces que me ha lastimado.

Cierro mis ojos.

La luz del sol se cuela por las rendijas en la ventana a mi espalda. Es lo único que tengo para contar los días y entretenerme cuando no estoy siendo torturado. Me volví un experto en calcular las horas al ver la luz amarilla deslizarse por el suelo mugriento hasta desaparecer tras un par de horas. Si no fuera por eso ya me habría vuelto loco desde hace mucho. Me arrastro por el suelo, alcanzando los barrotes frente a mí. Hace mucho que me acostumbré a la oscuridad.

Estoy en un cuarto negro, encerrado en una celda antigua. Las paredes de ladrillos viejos y desmoronándose, acallan todos mis gritos de dolor. Frente a mí, una silla de dentista, así como varios escalpelos que Jackson utiliza para torturarme. A lo lejos dos lámparas fluorescentes que él usa para cuando está grabando uno de sus mórbidos videos. Me pregunto ¿qué hará con ellos? Tan solo pido que no los utilice para torturar a Ethan. No podría soportar saber que yo soy la causa de todo su dolor.

Me pongo de pie, sujetándome del frío metal. Estoy agotado, no sé si pueda soportar por más tiempo. Mi cuerpo tiembla de miedo al saber que en cualquier momento Jackson entrará por las puertas de madera, con su estúpida sonrisa, para continuar con su trabajo. Han pasado casi veinticuatro horas desde la última vez que me torturó. Es solo cuestión de tiempo para que regrese a jugar conmigo. No quiero ni imaginar que es lo que tiene preparado para mí.

Lobo enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora