Capítulo 6: Intensidad.

31.3K 2.5K 377
                                    

Lucas.

Quien dijo que el ejercicio es bueno para la salud... ¡es un idiota!

—Venga Lucas, son solo cinco minutos más, tú puedes hacerlo.

Estoy a punto de morir. Mi cuerpo no resiste más.

—Dixon... no... ya no... por favor... muero.

—No seas exagerado —responde— solo un poco más.

He estado corriendo sin descanso en la caminadora durante más de media hora, preguntándome como es que accedí a algo como esto, una rutina tan estresante y pesada como esta. A mi derecha Dixon me observa con curiosidad, una media sonrisa aparece en su cara. De vez en cuando revisa su teléfono celular, responde mensajes o se dedica a coquetear con un par de jóvenes de piernas largas y senos voluminosos que entrenan o al menos parecen entrenar a dos máquinas a mi izquierda. Sus miradas fugaces se clavan con interés en la manera en la que Dixon se ejercita sin playera frente a ellas, presumiendo todos sus atributos físicos.

No he tenido la oportunidad de ver a Adam en todo el día, y aun cuando parezca un poco exagerado comienzo a extrañar su presencia, su compañía. Aunque no puedo negar que la presencia de Dixon es un tanto peculiar. En las dos horas que tengo en el gimnasio me he reído más que en los últimos meses. Ha sabido como entretenerme y al mismo tiempo forzarme a que cumpla con la rutina en la que Adam me metió sin darme la opción de refutar siquiera, todo y según sus propias palabras es por mi propio bien.

Mis piernas palpitan por el esfuerzo y la presión. El sudor baja por mi frente pegando los mechones de cabello negro a mi rostro. Mi playera azul marino deportiva se adhiere a mi torso por la traspiración. Apesto, además de que estoy tan cansado que podría caer en cualquier momento. Me falta el aire, mi pecho arde, siento que estoy a punto de desfallecer. Recuerdo que en mis días en la manada tenía una mejor condición que ahora, pero en aquel entonces tenía que ser de esa manera, tenía que asegurarme de poder escapar de los imbéciles de los amigos de Ethan que se divertían golpeándome al salir de la escuela.

—Dixon... ya no... ya no...

—Son solo cinco minutos más dulzura —responde guiñándome un ojo.

De nuevo con su estúpida dulzura, me cansa que me diga de esa manera.

—Muero... voy a morir... y será tu culpa.

—El sudor nunca ha matado antes Lucas.

Quiero matarlo.

Lo miro con más atención. Debe de tener unos veintidós años de edad. Tiene el cabello castaño completamente rapo y la piel ligeramente bronceada. Sus ojos son negros y muy profundos. Una sombra de barba aparece cubriendo su mandíbula. Tiene una sonrisa cautivadora con la que ha sabido ganarse la admiración e interés de varías mujeres en el corto periodo de tiempo en el que hemos estado entrenando, o al menos intentándolo ya que no sé si puedo continuar con esto. Mi mirada viaja a través de su perfecto y lampiño abdomen, deteniéndome por una fracción de segundo en sus pezones rosados. No dudo ni por un minuto que Dixon pasa la mayor parte de su tiempo metido en el gimnasio, trabajando con dedicación, un esfuerzo que ha dado sus frutos.

—Solo diez segundos más.

Comienza a contar los segundos. Cada uno de ellos es eterno para mí.

—Ya vas a terminar Lucas, tú puedes hacerlo.

Al escuchar el último número salir de su boca respiro aliviado. Sin poder sostenerme de pie, me dejo caer sobre el suelo de madera en un duro golpe. Mi cabeza da vueltas por el impacto y por las grandes cantidades de aire que entran a mis pulmones. Estoy tan cansado que no sé si puedo volver a ponerme de pie. Desde el piso observo como Dixon sonríe divertido, mostrando una línea perfecta de dientes blancos. Se hinca junto a mí y sin importarle nada me toma en brazos, cargándome como un niño pequeño. Un rubor cubre mis mejillas al ver la reacción de las dos exuberantes mujeres que me señalan y comienzan a cuchichear. Esto es realmente vergonzoso.

Lobo enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora