Capítulo 26: Encuentro.

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Lucas. 


Corro por un largo pasillo blanco.

Al fondo puedo ver a Ethan que me sonríe. Tiene los brazos extendidos, me grita que vaya con él, que lo alcance de una vez. Quiero hacerlo, quiero dejarme atrapar por el calor de su cuerpo y la seguridad de sus manos, pero por más que me esfuerzo no puedo avanzar mucho. Es como si estuviera anclado al suelo. Tengo mucho miedo, algo no está del todo bien. Siento que algo horrible corre detrás de mí. No logro ubicar lo que es, tan solo sé que tengo que seguir corriendo y llegar a los brazos de Ethan para despertar de una maldita vez.

Escucho extraños susurros en mi oreja. La curiosidad me hace girar y ver lo que me asecha. Me paralizo al ver un monstruo junto a mí. Es una figura oscura y alargada, su rostro no es más que dos cuencas vacías por donde escurre un líquido viscoso y amarillento. Unas garras enormes arañan las paredes. De pronto levanta las zarpas, hiriéndome profundamente en el pecho.

Me despierto cubierto en sudor.

No he podido conciliar el sueño en toda la noche. Siempre que intento dormir, termino teniendo la misma pesadilla. Un monstruo que me persigue y me lastima con unas garras afiladas. Algo no anda bien, puedo sentirlo. Podrán decir que soy un paranoico, pero en el fondo sé que algo malo está pasando. Desde que terminé de hablar por teléfono con Ethan, siento una fuerte opresión en el pecho. No me siento bien, estoy muy angustiado. Es como si estuviera pasando algo grave.

Me recargo sobre el respaldo de la cama. Necesito tranquilizarme un poco, tal vez todo lo que pienso solo sea fruto del cansancio que tengo. María dice que las malas noticias son siempre las primeras en llegar. Me llevo ambas manos al rostro, dejando salir el aire de mis pulmones. Veo la hora en la alarma a mi derecha, son casi las cuatro de la madrugada. Es solo mi mente que me está jugando pesadas bromas, me digo a mí mismo para relajarme.

Tomo el control remoto y enciendo el televisor. Quiero distraerme un poco, alejar los pensamientos negativos de mi cabeza. A lo mejor una película vieja o una media hora de caricaturas puedan ayudarme a calmarme. La luz de la pantalla de plasma ilumina tenuemente la habitación. Mi ropa esparcida por todo el suelo, las cobijas de lana enredadas entre mis piernas. Afuera el mundo comienza a cobrar vida. El sonido de la sirena de alguna patrulla llega hasta mis oídos.

Un escalofrío recorre mi espalda.

No puedo seguir así, algo está pasando lo puedo sentir.

Arrojo las cobijas a un lado. Me estremezco al sentir el frío del suelo a mis pies. Camino hasta la sala, tomando mi celular de la mesa de cristal donde lo dejé después de platicar con Ethan. Algo me dice que debería llamarle solo para ver si todo está bien. Pero de pronto pienso que tal vez estoy exagerando. Si no es más que el producto de mi mente agotada, lo estaré despertando por una estupidez. Es un Alfa muy ocupado, no puedo molestarlo con cualquier tontería.

Pero si por el contrario algo pasa y no marco, me arrepentiré toda la vida.

—Dios cariño... ¿qué está pasando?

No puedo quedarme con la preocupación. Seguro que él me entenderá.

Jadeo al escuchar los timbrazos.

—Qué bueno que marcaste Lucas —dice María al otro lado de la línea.

Espera... ¿Por qué tiene María el celular de Ethan?

—¿María? —Pregunto asustado— ¿qué está pasando?

—Es Ethan —responde—, está muy grave...no sabemos que vaya a pasar.

Lobo enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora