Un día seremos polvo y no quedará nada. El viento nos llevará consigo como si jamás hubiésemos existido. Las canciones nos olvidarán como si nunca nos hubiesen hecho sangrar el corazón y como si nunca nos hubiesen curado el alma cuando, perdidos y agotados, buscábamos una razón. La razón de ser. La nuestra. Las fotografías nos olvidarán: los colores, el contraste, los lugares, el tiempo. Las sonrisas se marchitarán y se irán con nosotros a aquel lugar. Y no sé dónde queda exactamente, no sé si dentro del sol o en alguna otra galaxia a la que el hombre aún no ha llegado. Y seremos, quizás, cometas, estrellas o planetas. El amor, ese chaleco antibalas que usamos a diario para que nadie nos haga daño, no servirá de nada porque tendrá tantos agujeros como errores. Y las balas pasarán sin ningún impedimento. Las miradas que nos quemaron arderán en alguna mente perdida que intenta recordar cuándo fue el día o la noche donde la piel cogió aquella forma de llaga. Y levitaremos. Cruzaremos la atmósfera, la geósfera y la hidrósfera en busca de nuestro eterno descanso. Y el sol verá cómo nuestras partes se desintegran al compás del latir de una estrella fugaz. Seremos fugaces. ¿Cuán fugaz es la vida? ¿Acaso no debería considerarse también una estrella más? Alguno que otro, nos recordará en nuestra eterna ausencia. Pero ¿qué pasa cuando el viento también se los lleva a ellos? ¿Qué pasa cuando el hueco que hicimos en el mundo lo ocupa alguien más y nosotros somos tan sólo personajes ficticios de algún libro? ¿Qué pasa con todos los lugares que fueron testigos de nuestros momentos de gloria y de pena? ¿Qué pasa con todas las noches en las que nos acostamos y el futuro dependió de ello? ¿Qué pasa si somos la sensación de haber existido pero que no se sabe con exactitud? ¿Qué pasa? Un día seremos olvido, un glorioso y doloroso olvido. Dejaremos un vacío imposible de llenar, pero fácil de distinguir del resto. Seremos aire, tan importante y tan desapercibido. Seremos río, un ir y venir constante. Seremos mar, chocaremos contra el viento y las rocas. Seremos atardecer, tan triste y tan bonito. Seremos amanecer, tan lúcido y tan motivador. ¿O es que... seremos algo que nadie querrá recordar y que todos querrán olvidar? El amor es salvación y salva a cuantos se enamoran. Si nos han roto el corazón, qué más da qué. Amemos. Joder. Atrevámonos a hacer, por una vez en la vida, las cosas correctas. Y lo correcto es dejar fluir los sentimientos. No esconderlos.Alzarlos como bandera por lo que sentimos y por lo que latimos. Enseñarlos con orgullo. Hablar de ellos como si se hablase de la cosa más espectacular del planeta. Los amantes son los salvadores del mundo porque dan un paso más, aunque antes hayan pasado noches en pena, aunque antes hayan deseado morir, aunque antes los haya roto en mil pedazos. El amor es la salvación y la única salida del laberinto. El amor hace latir y late por los que no tienen miedo, por los valientes. Valiente eres tú si dedicas tu canción favorita sabiendo que algún día será un bala. Valiente eres tú si lo entregas todo sabiendo que te lo quitarán todo después. Valiente eres tú si te abandonas en otro cuerpo sabiendo que una noche puede irse y no te volverás a reconocer ni a encontrar jamás. Un día seremos lo que otros quisieron ser: libres. Y latiremos en algún átomo del universo.